Cap 36; La llegada de Lissa y la búsqueda de un saltamontes.

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-¿Lissa?- Pregunté extrañado. Se suponía que ella y la madre de Aline estaban en Australia.

-¿Qué haces aquí?- Pregunté levantando mi dolorido trasero del suelo.

-Eso debería preguntar yo, ¿Qué haces tirado en el porche? ¿Por qué las maletas de Aline están en el suelo? Ah, ¿Y dónde está la pequeña saltamontes?- Interrogó Lissa entrecerrando los ojos mirándome con sospecha, como si fuera un asesino en serie mientras yo reía amis adentros por el mote que le ponía a su hermana pequeña.

-Tu pequeña saltamontes ha salido a despejarse el cerebro y mi caída se debe a donde dejó las maletas antes de desaparecer...- Espeté enfadado. No me gustan ni las desapariciones ni las interrogaciones, y mira por donde, ¡doble dosis matutina!

-¿Le has hecho algo a Ali?- Preguntó preocupada.

La miré incrédulo, ¿Qué le iba a hacer yo? Quien había sido como su hermano durante todos esos años y su novio toda esa semana... (bueno, pareja...lo que sea)

Las pequeñas piernas de Lissa saltaron el porche y entró rápidamente a la casa.

-¿No deberías estar en Australia?

-Mamá me envió para acompañar a Ali, no le gusta viajar sola, y me encuentro con que ha desaparecido.- Dijo refunfuñando mientras marcaba un número en el teléfono fijo.

-¿No estarás llamando a tu madre no?

-Claro que no...

-¿A la policía?

-¡No! Shhh...-Me mandó a callar mientras se iba al salón para hablar tranquila. Yo la seguí y me senté en uno de los sofás cruzándome de brazos mirándola impaciente.

-Está bien, perfecto.- Colgó y me miró con diversión y desafío.

-¿Jugamos a seguirle el rastro Watson?

-Sólo si me dejas ser Holmes.- Respondí sarcástico, no me enteraba de nada.

-Claro que no, ¡yo soy la mayor aquí!-Rio infantil.

-¿Por dónde empezamos?- Pregunté impaciente. Ella enarcó una ceja y señaló la puerta. Dejó el fijo tirado en el sofá nos abrigamos y salimos rápidamente de la casa, como no, volviendo a tropezar con las dichosas maletas.

Horas y horas rebuscándola entre las calles y las plazas, y nada, Lissa empezaba a ponerse insufrible por el frío y ni el viento ni dábamos abasto. Finalmente fuimos a descansar y tomar algo en el Blue Bar, y miles de recuerdos me invadieron la mente.

Tomamos asiento y pedimos nuestras correspondientes bebidas. Empezamos a refunfuñar Lissa y a hablar de donde podría estar metida nuestra fugitiva, y entonces nos interrumpieron...

-¿¡Lissa!?- Lissa y yo nos levantamos frenéticamente del asiento y la miramos con pocas ganas de no estrangularla, pero al contemplar que tenía un fuerte golpe en su mejilla y lágrimas corriendo por su tez pálida, dejamos de lado toda angustia nuestros ojos se llenaron de preocupación...

¿El Chico Perfecto Sólo Existe en los Libros?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora