Veinte.

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Caminé por los pasillos del instituto con miedo, pues estaba con la ropa del día anterior, buscaba a mi mejor amiga con la mirada hasta que la vi entrando como todas las mañanas al baño, pero está vez llevaba un bolso en sus manos

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Caminé por los pasillos del instituto con miedo, pues estaba con la ropa del día anterior, buscaba a mi mejor amiga con la mirada hasta que la vi entrando como todas las mañanas al baño, pero está vez llevaba un bolso en sus manos.

Corrí donde ella, entre segundos después y la vi sonreír, ella me abrazó con fuerza y me dio el bolso.

—Tu uniforme.

Le di un pico en los labios y entré a cambiarme, en su casa tenía mucha ropa, dos uniformes porque muchas veces me quedaba allá entonces así tenía ropa que ponerme, si es que no le robaba algo. Cuando termine salí, tomé de su maquillaje y simplemente me hice un delineado y me puse un poco corrector para las ojeras, porque cabe decir que no, no dormí nada.

Pau me miró por unos segundos mientras me lavaba los dientes.

—Mamá te mando el desayuno también— me informó la morena y la miré feliz, tenía demasiada hambre.

—¿Es en serio?

—¿Lo dudas?— me preguntó riendo, tenía razón; esa mujer me amaba como si fuera una hija más para ella— también el..

—El termo con café para las dos— la silencie y ella asintió, cuando terminamos, vi la hora aún nos quedaban treinta minutos, y caminamos a las gradas que siempre a esa hora estaban desiertas.

—¿Me vas a contar que te pasó?

—Lo haré— dije cuando termine de tragar el pedazo de mango que me había metido a la boca.

—¿Te juntaste con algún chico y no me contaste de él?

Creo que el atragantarme y mi cara fueron lo suficientemente obvias para que ella entendiera que no, que no se trataba de un chico.

—No me digas que..

—Sí, sí.— la calle una vez más mirándola con las mejillas rojas ante lo que tenía que contarle.

Recuerdo tan bien su rostro, me miraba con sorpresa y confusa, abría los labios y segundos después los cerraba pensando en que decir hasta que soltó un;— Conchesumare, te gustan las minas.

Me reí en ese instante, sí, tenía razón.
Me gustaban las chicas, aunque me pareció extraño, pues ella sabía que había tenido relaciones a distancia, sobre todo una que fue la más tóxica que hasta el día de hoy padezco.

—Pensé que solo era un juego tuyo por WhatsApp con la otras para tener sexo-ciber.

—Estuve con una casi cuatro años.

—Te engañó muchas veces.

—Cállate, sabes que me caga hablar de ella.— susurré, porque si, porque esa chica me había roto el corazón mil veces y mil veces más volvía a su lado.

—¿Quién era la persona de ayer?

Una vez más tosí, estaba nerviosa.

—¿No te vas a reír?— ella me miró unos segundos.

—No me digas que es esa chica que no se lava los dientes de segundo medio, porque te mato, me diste un pico hace un par de minutos — hizo una mueca de asco y quise vomitar.

—¡No digas idioteces! Ya te estás pareciendo a mi ex.

—¿Cuál? ¿La que se cree hombre usando la ropa de sus amigos, y se cree Tumblr? ¿O la otra que te puso los cuernos y es una indecisa de mierda?

—Bueno, igual y tienes la imbecilidad de las dos.

—No me insultes de esa manera y dime quién es por una vez ¡Ya!— chilló para luego beber un poco de café.

—La maestra Garzón.

Me tape la boca cuando ella escupió todo lo el líquido que tenía dentro de la boca, solo quedo un pequeño hilo de saliva colgando en su mentón y me miró con sorpresa, luego de unos segundos soltó una carcajada.

—Mira culia dime ahora quién es esa persona y déjate de weas.

—No te he mentido— Susurré ahora sintiéndome culpable.

¿Tan malo era? Pues claro, mi maestra, una persona diez años mayor que yo y de paso "hetero".

—¿Me estás hablando en serio?

Y yo solo asentí, la conversación se extendió hasta el punto en que pidió detalles y tuve que dárselos, me sentía con esa presión y necesitaba quitármela de encima además ella jamás me juzgó solo me dijo un "Me alegro que folle tan bien como me lo imaginé cuando la vi por primera vez".

Y luego de eso pase la tarde junto a mi mejor amiga y su novio, pero aún cuando estaba el idiota ese no dejaba de hacerme señas obscenas cuando la maestra Garzón pasaba por mi lado, e de admitir que cada vez que la veía sentía unos nervios gigantes y ganas de comérmela a besos. No sabía muy bien como actuar con esa mujer la verdad, porque cada vez que pasaba me ignoraba rotundamente mientras miraba su celular y le sonreía al aparato (que estúpida estoy) ese día en especial me rendí, no valía la pena llenarme la cabeza con ideas erróneas, quizás solo me estaba asustando por nada, bueno, eso creí y luego simplemente me di de cara contra la dura realidad.

𝐏𝐨𝐫 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐦𝐢́𝐫𝐚𝐦𝐞. [𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora