Cinco.

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Tomó mi cintura antes de que pudiera caer al suelo y la miré con sorpresa pues lo que acaba de pasar no lo veía venir

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Tomó mi cintura antes de que pudiera caer al suelo y la miré con sorpresa pues lo que acaba de pasar no lo veía venir. Ella hizo una mueca o eso creo, pero si sé que sus comisuras se arquearon.

No agradecí o pedí disculpas. Aunque lo último era estúpido; pues yo no había hecho nada como para llegar al punto de pedir disculpas, lo cual me hubiera dejado como la idiota más grande del instituto.

Sus pulgares acariciaron mi cintura por encima de la tela de mi blusa blanca, y me estremecí.

Quise cerrar los ojos y disfrutar de esas pequeñas caricias, pero no lo hice y solo me dediqué a unir mi mirada con la de ella, me sentía en el aire, flotando en una nube de deseo y amor.

Me sentía una idiota enamorada, aún cuando jamás había experimentado aquel sentimiento tan fuerte en mí realmente.

Volví a la realidad cuando uno de los chicos con los cuales ahora ella hablaba, la apartó de mi.

Vacío. Vacío. Vacío.

Ella ignoró una vez más mi presencia ante la aparición de aquel muchacho tan apuesto y mi corazón se comprimió dentro de mi pecho, me giré sobre mis talones y caminé con rapidez por los pasillos.

No sé nada más de esa tarde, pues no la vi más y solo sé que pensé el resto de mi día en ella. Me sentía como una completa idiota, me hacía crear iluciones falsas que jamás se harían realidad. O eso llegue a creer ilusamente.

El día siguiente lo tengo grabado perfectamente en mi cabeza pues había empezado realmente mal desde el momento en que mi alarma no sonó y mi hermano fue quien me despertó enojado ante mi descuido

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El día siguiente lo tengo grabado perfectamente en mi cabeza pues había empezado realmente mal desde el momento en que mi alarma no sonó y mi hermano fue quien me despertó enojado ante mi descuido.

Me levanté con el pie izquierdo.

Me metí a bañar, cabe decir que al momento de querer salir de la ducha; casi caigo a la cerámica blanca ante la humedad del suelo y mis pies aún con un poco de resto de jabón. Regañadientes me vestí y me maquille.

Y la verdad es que en ningún momento vi a hora, grave error.

8:57 a.m

Al momento de querer entrar al instituto, el guardia me frenó y puso su mano en mi hombro.

-Señorita Calle- llamó y lo miré, o eso creo.- llega 50 minutos tarde.

Abrí los ojos con sorpresa y él lo notó, pues una risa burlona salió de sus descuidados labios.

Asco fue lo que sentí precisamente. Dí un paso hacia atrás y mordí mi labio inferior nerviosa, anoté el número de mi hermana mayor en la libreta de tardanza del instituto y me dió un pase para poder entrar al salón.

Acá una cosa más, cuando entré vi el horario de mi curso; Historia.

No sé si quise reír o llorar, pero sé que solo caminé más lento para tratar de pensar en una buena excusa para la maestra que ignoraba mi existencia, lo hiciera esa vez también. Pero no lo hizo.

Un castigo bien merecido me dio y fue Pau quién me defendió como si yo me lo mereciera, pero no era así; no lo merecía pues yo había llegado tarde.

-Usted es una persona demasiado amargada.- dijo a mi defensa y abrí los ojos con sorpresa ante lo recién dicho.

-Pau, no...

-Calla, Dani- habló y puso un dedo sobre mis labios y la maestra miro estos.

-Paula, usted esta..

-Me vale una mierda si estoy castigada, mejor así, estaré con mi amiga que usted castigo sin tener razón.- levantó los brazos y yo quise hablar pero una vez más mi amiga abrió su bocota- ¡Le dieron un pase por dios, usted no tiene el derecho a castigarla!

Solo cerré los ojos, creo, pues la verdad ya no llegó a recordar ninguna imagen más, solo como discutían entre las dos y yo era como si no existiera.

Sí antes ella ya me ignoraba, no quería pensar que pasaría ahora.

𝐏𝐨𝐫 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐦𝐢́𝐫𝐚𝐦𝐞. [𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora