Doce.

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La llegada de esas chicas (porque cabe decir que cada asignatura tenía una practicante) revolucionó por completo el instituto

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La llegada de esas chicas (porque cabe decir que cada asignatura tenía una practicante) revolucionó por completo el instituto. La gran mayoría hablaba de lo buenas que estaban y yo por mi parte aún mantenía mi mirada fija en María José Garzón.

Hasta ese día, cuando una mujer se cabellera oscura se acercó a mí ya que era la única que estaba afuera de clases, me tocaba religión y al estar tan concentrada en mi libro que no contesté las preguntas del anciano que nos hacía esa aburrida clase.

No preste atención a sus primeras palabras hacia mi, la verdad es que estaba demasiado concentrada en el texto de aquel libro que cuando mis ojos disfrutaban de esa escritura no había quien me sacara de ella, entonces la verdad con toda la sinceridad del mundo no tengo ni idea que dijo, quizás me preguntó la hora, el donde estaba algún salón o que hacia afuera de clases; no lo sé.

Pero sé que cuando llegue a un punto estiré mis brazos en forma de cansancio al estar sentada durante demasiado tiempo, levanté mi cabeza alejando mi vista de aquel libro para luego concentrarme en la mujer que me miraba un tanto confusa.

-¿Qué lees?- fue lo que dijo en ese momento y yo sonreí un poco incómoda.

-Sinceramente no creo que lo conozca, pero se llama La Dalia negra.

Aún recuerdo sus facciones, sorpresa era lo que más resaltaba y un brillo especial en sus ojos, como cuando encuentras dinero en alguna prenda en tu armario.

Qué estupidez.

-¿Es en serio?- musitó,- No lo puedo creer

Pestañé. Quizás lo hice pues no era la reacción que esperaba ni la respuesta que habitualmente recibía.

-Es mi caso de investigación favorito, sigo creyendo que el doctor es el asesino, su hijo dió las pistas suficientes.

No sé, yo creo que notó la sorpresa en mis ojos, la incredulidad, porque soltó una sonrisa nerviosa y se movió de donde estaba y se sentó a mi lado.

-Es mi caso favorito- volvió a repetir como si yo lo necesitará.

-Y el mío..

-Soy Matu.

La miré bastante tiempo, quizás más de lo normal pues aún no me lo creía lo suficientemente, aún esperaba que apareciera mi mejor amiga con una cámara en la mano gritando un; Ilusa. Pero jamás pasó.

-Señorita Calle.

Apreté los labios, sé que Matu se dió cuenta de mi expresión facial al escuchar la voz de aquella mujer que imponía tanto.

-Profesora Garzón..

-¿Usted no debería estar en clase de..?- hizo una pausa pensándolo, aunque la verdad aún creo que lo hizo solo para hacerse la interesante:- religión.

-Me echaron- murmuré por debajo sintiendo la mirada de las dos mujeres sobre mi- y vine a leer acá, y ya.

-¿Y usted..?

-A mí no me echaron- dijo con picardía mientras me miraba con una sonrisa:- soy una practicante y tengo la hora libre y vine hablar con..

-Calle - susurré bajo y ella sonrió.

-Con Calle.

La profesora la miró con seriedad por varios segundos, pero sé que a Matu le dió igual, pues ella mantenía su mirada puesta en mi.

La tarde pasó en eso, en hablar con la chica de práctica un tiempo y luego seguir con mi libro favorito. Hablar con Matu me había llevado bastante hasta el punto de haber llegado tarde a mi última clase; literatura.

En la cual sorprendentemente Matu era la practicante y por estar tan metidas en el caso de Dalia habíamos entrado al salón cinco o diez minutos tarde. A nadie le extrañó de mi, solía llegar tarde a todo, de ella tampoco, pues se excuso con que estaba hablando con una profesora sobre algunas guías de la materia, luego de unos segundos me miró y me sonrió.

𝐏𝐨𝐫 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐦𝐢́𝐫𝐚𝐦𝐞. [𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora