c a t o r c e☬

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Había pasado dos semanas y la situación casi se volvía insoportable. Shayla cada día parecía más y más distraída con un millar de preguntas que no podían ser contestadas. Porque simplemente el ser que podía responderlas no estaba ahí. Sintió alivio de que no había tenido otro altercado de pérdida de memoria o sentimientos de urgencia y ansia por el temor de que su vida estuviera en peligro. No quería admitir que quizá la razón de la disminución de eventos paranormales se debía a la ausencia de su perfecto amigo desconocido.

- ¿Shayla? - cuestionó Pepe. - Te he llamado como quinientas veces.

- Discúlpame, estoy un poco distraída. - aclaró lo que ya ambos sabían.

Pepe le dio una mirada de desaprobación. Ya había pasado bastante tiempo desde que el tal Felipe desapareció. Shayla había dado la excusa que había tenido un asunto urgente familiar en Guayaquil, pero mientras pasaba más el tiempo, esto parecía más y más lejos de la verdad. Aunque no lo dijera en voz alta, Pepe quería mucho a Shayla. Su amiga de la infancia y mayor confidente. Habían trabajado juntos por varios años en el restaurante de su despistado tío, vistiendo todos los años simultáneos atuendos horribles para promocionar el lugar y bueno... también estaban atrapados en este pueblo.

- Sabes que siempre me puedes contar cualquier cosa y contar conmigo ¿no? - Pepe aseguró sincero, lo que atrajo la atención de Shayla del torbellino de sus pensamientos.

Shayla le ofreció una sonrisa cálida.

- ¿Quieres canjear tu deseo en la noche? - una pícara mirada se sitúo en sus ojos, ya muy conocida para Pepe.

Con su dedo índice le dio un chasquido en su cabeza.


- Está bien, pero deja de ser tan sinvergüenza. – la retó, virando los ojos.


No era la primera vez que Shayla salía con Pepe. Estaba segura que no iba a ser la última. Aunque le había pedido una cita la vez anterior, se dio cuenta de su secreto en las siguientes semanas. Toda esa intención de pedirle la cita y hacerse el coqueto, sólo era para medir la actitud de su amigo desconocido, ahora desaparecido. De todos modos, era su mejor amigo. Si no fuera su único amigo. En realidad, si Pepe de la nada, se hubiera presentado con una muchacha un poco sospechosa, también hubiera hecho lo mismo.

- Oye, ya apúrate. Tengo mucha hambre. – reclamó su amigo en la puerta. - Sólo ponte esa sudadera horrible que usas desde hace 5 años y vámonos.

Shayla lanzó una risita.

Abriendo la puerta lentamente, con una mirada de suficiencia, se introdujo en la sala de su casa con una cat-walk que había practicado millones de veces para no parecer tan ridícula. Usaba su único vestido negro decente para salir, ceñido al cuerpo con una entrada muy reveladora en V. Siguió caminando tratando de no caerse en los tacones de aguja de terciopelo negro que casi nunca se ponía. Como sabía que, igualmente Pepe siempre se vestía bien al salir para todo, decidió jugar un poco con él.

- Cambio de planes, vámonos a divertirnos. – anunció triunfadora.

Pepe viró los ojos.

- Te dije que dejes de ser tan sinvergüenza, pero ya que. – un emocionado Pepe concordó.

Los dos se dirigieron a la camioneta de su tío Jaime, que ingenuamente le prestaba a Pepe cuando se la pedía. Parecían ladrones casi caminando a hurtadillas. La camioneta estaba limpia, prolija, pero el logo chillón del "El cangrejo" seguía resonando en el ambiente del que se querían desprender. Pepe prendió la radio, y puso 102.1, su favorita cuando iban de fiesta. Pues siempre atracaban sus oídos con el reguetón más viejo, otras veces el más sucio, y pocas veces, el más nuevo.

Los ElegidosWhere stories live. Discover now