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Shayla se despertó poco a poco, debido a la calidez que sentía en su rostro y una cierta incomodidad en sus piernas. Sus ojos entrecerrados, se encontraron con el bello halo de luz, que representaba una mañana llena de aspiraciones y aventuras con su misterioso amigo, Felipe. Se estiró en el pequeño sofá y sintió un gran alivio. No sabía en qué momento se había quedado dormida, pero había funcionado. Se sentía satisfecha con el descanso y lo relajada que se sentía.

Algo en su interior le convencía que podría subir las escaleras de los 35 pisos del edifico que se encontraban.

Lamiéndose los labios, se sentó pacientemente y observó a su alrededor. Lo que había estado incomodando sus piernas era una lata de una bebida carbonatada, que ahora no solo estaba en sus ropas, pero en el extenso suelo.

- Oh, genial. - oyó una voz con tono de antipatía. - No sólo rompes jarros de 80 millones de dólares, pero también malgastas una perfecta bebida llena de azúcar y problemas cardiacos.

Shayla tragó. El tal "hijo del diablo" tenía todo el cabello alborotado, con la misma ropa del día anterior y con algunos restos de comida chatarra en la cara y en sus ropas. Desprendía un cierto olor que no resultaba verdaderamente agradable y sus escleróticas vertían un color rojo mezclado con mostaza, dándole una apariencia ermitaña y de enfermo.

Shayla manejó la situación de la mejor manera posible.

- Te ves espantoso y apestas. - condenó. - Tu ropa es diferente a la chamuscada, pero sigues desprendiendo un cierto olor a quemado y a almizcle. - Shayla arrugó su nariz.

- ¿Almizcle? - Felipe cabeceó. - gracias por darle un nombre tan sofisticado a mi sudor - dijo, lanzándole una sonrisita.

- Condenas mi apariencia, pero no dormir por estas horas ha hecho que termine la campaña de este juego, y quiero decir toda la campaña. – dijo orgulloso, remarcando las últimas palabras como si Shayla entendiera algo de eso. -

Se removió del sillón, sintiendo su grado de incomodidad aumentar cuando la bebida que se había regado, transformaba todo en una superficie pegajosa y extraña al tacto. Su padre probablemente ya se había enterado de su plan de acabar el turismo excesivo en Punta Villamil y de su ausencia en su hogar la noche anterior. Todo iba de acuerdo a su plan. Miraba al extraño muchacho que se encontraba guardando la partida de aquel juego, titulado como "Overwatch", mientras otro yacía en el otro extremo de la pequeña sala, su visión lo reconocía como "The Past of us".

- Te has desecho de "The Past of us"- Shayla anunció con un poco de sorna, debido a su inglés entrecortado.

- ¿Qué es "The Past of us"? - Felipe carraspeó. - Claramente se llama The Last of us. - viró los ojos incrédulos.

- Sin importar cuál es el título, los dos suenan bastante deprimentes. - picó Shayla.

Felipe terminó de ordenar lo que podía de su desvelo jugando videojuegos. Maldijo a los humanos por hacer tentaciones que eran muy difíciles de superar. Mordió sus uñas, y examinó a su nueva compañera. Su aspecto lucía mucho mejor, tenía una mirada somnolienta y aquellos ojos café claros, se hacían aún más preciosos cuando el sol mañanero pegaba esplendoroso en aquellas pupilas, transformándolas casi en un punto. Pasó su mano por su cabello un poco grasiento debido a la falta de un baño. Aclarando su seca garganta, trató de pasar por alto todos los sentimientos que había sentido en ese breve momento.

- Te tengo que dar unas lecciones sobre videojuegos. - Felipe finalmente anunció rompiendo el silencio. –

- No, gracias. – pronunció Shayla. - No quiero agregar más obsesiones a mi lista, ya con la que tengo y apenas puedo funcionar como un ser humano normal.

Los ElegidosHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin