¿Quién dijo que mudarse a un país diferente era fácil? _______ no sólo tiene que lidiar con el fastidio de haberse mudado a Corea del Sur, sino que también querrá mantener su reputación de chica justiciera intacta en una escuela secundaria llena de...
Al día siguiente me desperté por culpa de Luhan que, al parecer, estaba demasiado ansioso por escuchar cómo me había ido en la fiesta que no pudo esperar hasta ir a la escuela.
Mientras preparaba mi desayuno, él me hacía preguntas sin cambiar su mirada preocupada.
—¿Eso fue todo?
—Sí, así es... ¿Qué, acaso esperabas una batalla campal con armas y bombas nucleares? —me quejé mientras tomaba un café para despertarme—. Lamento decirte, hermanito, que solamente fue un encuentro absurdo, una fiesta llena de adolescentes sin nada mejor que hacer de sus vidas.
—Eso es bueno, supongo que no tienen ninguna razón por cual seguirte molestando —murmuró Luhan jugando con un tostada distraído.
—De hecho, sí —le recordé mientras miraba la hora en mi reloj—. Te olvidas la parte en la que soy la nueva socia de Namjoon y su grupito de maniáticos.
—¿Estás segura de lo que estás haciendo? —preguntó Luhan luego de unos segundos de silencio en el que se dispuso a pensar lo que me iba a preguntar.
—Obvio no.
—¿No quieres reconsiderarlo?
—¿Para qué? No es como si tuviera otra cosa más interesante que hacer... Pero ya basta de hablar de mí, ¿cómo te fue con Mina?
—Ya sé lo que estás haciendo, me estás cambiando de tema para que me olvide del asunto, ¿pero sabes qué? No lo olvidaré tan fácil, no mientras vayamos a la misma escuela y terminemos nuestros estudios juntos.
Lo miré seriamente como si no entendiera lo que me estaba diciendo, era algo que hacía muy a menudo para ponerlo nervioso y que dejara de regañarme como a una niña... Y vaya que funcionaba muy bien.
—No sé que es lo que esperas que te diga, estuvimos estudiando toda la tarde —murmuró avergonzado.
—Sí, como tú digas.
(...)
—Buenos días —me saludó Seokjin apenas me vio entrar al edificio de la escuela.
—Hola... —lo saludé confundida.
—Todos están hablando de lo que hiciste ayer en la fiesta de Namjoon —me informó con una media sonrisa.
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—Ah...
Comencé a caminar con él a mi lado y nos dirigimos a mi casillero. O, mejor dicho, yo me dirigí a mi casillero. Seokjin solamente me seguía como si fuese mi sombra, y ni siquiera sabía qué lo tenía tan amable y sonriente conmigo.
—¿Tú... —comencé mientras sacaba un par de libros—... Por qué estabas ahí? No pensé que fueras el tipo de chico que va a fiestas y así.
—No lo soy. No me gustan ese tipo de reuniones, hay demasiada gente y demasiada hipocresía —respondió con simpleza, su expresión seria volviendo a su rostro—. Pero no puedo dejar a esos idiotas solos.
