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Tom viene en mi dirección, sosteniendo algunos libros y folios

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Tom viene en mi dirección, sosteniendo algunos libros y folios. Hago de cuenta que no lo he visto, evitando el contacto visual y cambio de rumbo, dirigiéndome hacia las escaleras.

Escudada tras el bordillo de estas me golpeo la frente a mí misma.

No sé cómo volver a hablarle, y me siento estúpida cada vez que estoy a su alrededor, revoloteando como abejita sin rumbo fingiendo que no lo veo.

Subo las escaleras nuevamente, sintiéndome el doble de estúpida.

Tenemos la misma clase, ahora mismo.

Camino hacia la sala de clase en una especie de caminata de la vergüenza.

Ahora que sé que le atraigo y que soy consciente de que me atrae, no sé cómo actuar ni qué decir. Lo sé, parezco cría de trece años.

Tomo mi asiento habitual, viendo que Tom yace en el continuo, como de costumbre. Me sonríe tímido y por un momento me derrito, fascinada por esa sonrisa y actitud que nunca he visto en él.

Me encuentro a mí misma sonriéndole de la misma manera, así que bajo la mirada hacia mis apuntes y comienzo a acomodarlos en una carpeta.

El profesor Cooper comienza su clase así que no tengo la oportunidad de disculparme con Tom por ignorarlo desde hace más de una semana. De inmediato recuerdo la cena de esta noche, y pienso que es más apropiado hablar con él más tarde.

*****

Rondando las siete de la noche me encuentro con Dakota tocando la puerta del departamento de Sam, en el centro. De regalo le he traído una botella de vino, un regalo bastante típico y poco elaborado, justo como le gusta a él.

Desde afuera del departamento puedo escuchar claramente que están escuchando a Bruce Springsteen.

Sam abre la puerta y nos sonríe abiertamente. Dakota le planta un beso en los labios y yo, sorprendida, chillo de emoción al verla.

—¡Feliz cumpleaños, Sam! –le digo extendiendo la botella de vino hacia él.

—Uno más y ya tengo cinco vinos regalados por ti –dice con cariño.

—El próximo será más fino –prometo.

—Pasen, los chicos llegaron temprano –dice abriendo la puerta para que pasemos.

—¡Hola! –exclamamos ambas al mismo tiempo.

Me quito mi abrigo y lo pongo en el perchero del pequeño recibidor.

Me siento entre Chris y Tom.

Tom me sonríe a boca cerrada y yo le respondo de la misma manera.

Sus ojos azules brillan.

—Hola –murmuro.

—Hola –murmura con su acento británico marcado.

Sam carraspea incómodamente, llamando nuestra atención.

EL PLAN SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora