¿Quién dijo que mudarse a un país diferente era fácil? _______ no sólo tiene que lidiar con el fastidio de haberse mudado a Corea del Sur, sino que también querrá mantener su reputación de chica justiciera intacta en una escuela secundaria llena de...
Miré por la ventana del departamento y solté un suspiro. Sentí algo suave golpear mi espalda y me crucé de brazos mientras me daba vuelta.
-¿Qué crees que haces? -me quejé devolviéndole la almohada que me había arrojado.
-Intento sacarte de tus pensamientos, ¿no es obvio? -respondió mi hermano con una tierna sonrisa-. Hoy estás más pérdida de lo normal...
-Agradece que no he comenzado a hablar sola -contesté rodando los ojos mientras sacaba un par de prendas de una pequeña maleta-. Esto es un fastidio...
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-Es lo que nos tocó... Vamos, no te comportes así -pidió Luhan abriendo un armario y ordenando su ropa-. Comenzaremos una nueva vida, en un nuevo país, en una nueva escuela y personas nuevas.
-No sé si me gusta tanto nuevo -murmuré con una mueca de disgusto-. Pero "cambio es sinónimo de oportunidad"...
-¿Y eso de dónde salió? -se burló mi hermano.
-No lo sé, lo escuché en algún lado.
La vista desde el edificio no era nada que ya no haya visto. La mayor parte de Seúl está urbanizada, llena de edificios y grandes centros comerciales.
-¿Estás emocionada por ir a la escuela? -preguntó Luhan en la otra habitación.
-¿No ves mi cara de felicidad? -le respondí con sarcasmo-. Obviamente no, creo que esa va a ser la peor parte de habernos mudado a Corea del Sur.
-Solo llevamos unas horas aquí y ya odias todo lo que jamás has visto -rió él negando con la cabeza.
-¿Nos dejarán inscribirnos a una secundaria si no tenemos el permiso de papá?
-Ya estamos inscriptos, lo hice online...
-¿Y qué vamos a hacer con los gastos? -cuestioné preocupada-. Lo que papá nos dejó nos va a durar solamente unos meses, y con suerte...
-Estás hablando con un mayor de edad, ¿lo olvidas? -expuso Luhan con fingiendo superioridad-. Tranquila, puedo encontrar algún trabajo sencillo y pagaremos nuestros gastos con eso.
-Pero sería muy injusto -me quejé-. Que tú trabajes y pagues por ambos no es correcto.
-También tendrás tus responsabilidades, no te preocupes.
-Bien... Vamos a dormir, mañana seguiré ordenando todo esto.
(...)
Muy temprano por la mañana, me desperté con menos ganas de vivir que el día anterior. Tal vez exageraba, pero de todos modos no podía imaginarme el fastidio de ir a la escuela.
Supuestamente tendría que estar en mi último año de secundaria, pero Luhan me explicó que por vivir en Corea del Sur se le sumaba un año a mi edad. Por lo que entonces tenía dieciocho años y él diecinueve.
