5. Por las malas

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Ese era el momento

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Ese era el momento.

El jodido momento en el que mi papel de chica mala se había caído, porque estaba aterrada, angustiada, tenía pánico de que pasara esa simple estupidez que me podía causar la expulsión sin siquiera estar cerca de mi objetivo.

Cerré los ojos con fuerza, no quería que me consumiera la vergüenza al verle y menos de esta manera. Como iba, lo hizo, se inclinó con decisión, sabiendo que conseguiría algo bajo la cama.

—Si tiene algún problema con alguien señorita, es mejor que lo haga saber en la oficina del rectorado. —Sugirió el hombre de seguridad con toda tranquilidad.

Recé tres padre nuestro y seis ave maría luego de ese comentario.

Las piernas de la chica estaban en el suelo frente a mí, que si alcanzó a mirar solo las maletas y cajas viejas del lado derecho de la cama, era mucho. Lo que su semblante mostraba eran las vivas ganas de matar a aquel hombre.

Se puso de pie y gruñó. —¡Es usted el ser más incompetente que puede existir en este jodido mundo! ¡Un imbécil! ¡Una escoria! —Gritó con rabia delante del hombre. —¡Váyase de aquí! ¡No lo quiero cerca!

Dios, si de verdad existes, te prometo que iré a misa algún día.

Me dio pena por aquel pobre hombre, pero gracias a su arrebato la malcriada había salido gritando e histérica a quien sabe donde con él detrás pidiendo disculpas por algo que realmente no hizo mal.

***

¡Parecía prostituta de esquina! de esas que se paran en un poste de luz al final de una calle a esperar que pase algún pervertido en un auto lujoso y les ofrezca algo por una noche. 

El vestido me quedaba más corto de lo que pensaba, debía estar constantemente bajándolo para que no vieran mi pobre alma a través de él. Era básicamente una segunda piel y lo único que me salvaba de algo era la chaqueta de jean que cubría la transparencia de la parte superior.

Admiro a las chicas que pueden lucir estas cosas con total confianza, esto es incomodo.

Eran cerca de las diez de la noche, y estaba a dos calles del club. Podía ver el alto edificio desde muy lejos mientras escuchaba el ruido de los tacones hacerse notar.

Cuando llegué a la puerta del edificio había una extensa fila de personas esperando para poder pasar o protestando por hacer una fiesta privada en sábado. La ansiedad me tomó desprevenida al ver que los invitados estaban presentando una pequeña tarjeta de visita, cuando yo hasta la identificación me había olvidado.

***

Una hora más tarde aún estaba en la fila, miraba a una chica con u vestido rosa consternada acercarse a un chico de smoking recostado de una todo terreno, con otro chico de traje algo molesto detrás de ella.

Los miré discutir por un momento y luego de eso, la chica dudosa se fue con el muchacho de traje y de mala pinta. Miré al chico aún recostado de la camioneta disponer y me mordí el labio varias veces antes de intentar hacer cualquier locura.

—Hey. —Dije acercándome y tocando su hombro. Él se giró rápidamente y me dedico una amplia sonrisa.

—Hey.

No pude ocultar mi verguenza. —Sé que no nos conocemos, pero creo que me tomaré el atrevimiento de pedirte un favor.

—Diego Olsen. —Se presentó con una media sonrisa. —Un gusto. Ya me iba, pero ¿En qué puedo ayudarte?

Exhalé. —Necesito tu tarjeta de visita. —Dije señalando la tarjeta en sus manos. Diego miró al guardia y luego me escaneó de arriba abajo con una risita burlona de por medio.

—Vale. —Me la entregó. —Y ya que estamos... —Abrió la chaqueta de su smoking y de un pequeño bolsillo cerca de su pecho sacó una pequeña navaja con la bandera de suiza.

Lo miré boquiabierta. —Espera, no, de verdad que no la necesito. Con la tarjeta es suficiente.

—Sé las intenciones que tienes, y la verdad deberías cargar un arma, pero se nota que no sabes disparar. Por favor tómala.

—Vale, gracias. —La tomé con miedo. —Creo que ya me estoy arrepintiendo.

—Pareces una chica fuerte, no deberías llegar a esto. — Bufó. —Pero te advierto que la gente buena ya se fue. —Exclamó rodeando la camioneta y abriendo la puerta del conductor. —Por favor, cuídate.

Y la verdad eso no me lo esperaba. Le sonreí en agradecimiento y lo vi marcharse.

Rápidamente me dirigí al gran fortachón tapando la puerta y le entregué la tarjeta. Él me miró como si estuviera viendo un pedazo de carne.

—¿Anfitrión? —Interrogó.

Lo miré pálida sin saber que responder.

—Vengo de parte de Diego Olsen. —Solté sin saber que carajos había dicho.

El hombre abrió los ojos de par en par y se apresuró a quitar la pequeña culebrilla de goma espuma que obstaculizaba el paso. —Que pase una excelente noche, señorita, estamos para servirle.

Quedé algo fascinada por como solo un nombre podía aterrar a un hombre así. Entendía perfectamente el poder de cada individuo según la sociedad, pero a esta altura me siento capaz de todo.

Presioné la navaja en mis manos con fuerza y respiré profundo justo antes de entrar.

Por supuesto que lo haré

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Nota de la autora: Sip, este capitulo es corto porque el siguiente viene con todo ¿Alguna vez les dije que quizás esta historia tendría que ver con Lo más Tétrico Del Amor? Creo que varias desde que empezó la historia. 

Vale, les cuento un poquito de nuevo por si se saltaron las notas y antes de que me maten por si no entienden algo: Para los que leyeron mi primera historia, sabrán que hay partes que quedaron inconclusas respecto a algunos personajes y bueno, quiero decirles que podrán seguir disfrutando de esos personajes en esta, porque la conexión del mundo de Sofía con el de Odette es la misma. 

PARA LOS QUE NO HAYAN LEÍDO LA PRIMERA HISTORIA: No se preocupen, no se perderán de nada, esta historia está escrita de manera individual y de secuencia a la vez.  No tendrás ningún problema si lees esta o aquella primero. ¡CALMÉMONOS!

En otras noticias: ¿Como llevan la cuarentena? y ¿Que les va pareciendo la historia hasta ahora?

Los quiero <3

Cisne Negro ✔ Asher #2Onde as histórias ganham vida. Descobre agora