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El rubio beta de complexión pequeña se levantó alarmado ante el perturbador estruendo de las ventanas chocando contra la pared. Confundido, y un poco adormilado, se apresuró a cerrarlas no pudiendo evitar preocuparse ligeramente, puesto que si su memoria no le fallaba las había bloqueado antes de dormir.

Posteriormente a asegurarse de que las ventanas no fueran abiertas por el viento, otra vez, fue a revisar si el sueño de su hijo no había sido interrumpido por la tormenta infernal que tomaba lugar en esa fría noche de octubre. Sin embargo, y para tu total horror, quedó de piedra cuando asimiló la silueta de un hombre parado frente a la cuna donde su angelito descansaba.

Un espécimen jodidamente enorme. Basado en su olor la palabra Alfa estaba escrita por todos lados, y por favor no hablemos de ese olor tan extrañamente cautivante.

El estómago de Taehyung se revolvió ante la potente esencia. Olía a aire fresco, como cuando te dabas la oportunidad de caminar por una montaña. Olía a caramelo y café con leche. Olía a chocolates con malvaviscos. Libertad y poder.

Las piernas de Tae temblaron un poco ante el sujeto desconocido que causó estragos en su sistema digestivo. El individuo hizo un amago de tocar a su cachorro, pero esa sola acción fue un interruptor que prendió la luz de la realidad en la cabeza del beta.

Tae no permitiría que ningún ladrón rompiera la paz con la que su hijo vivía desde hacía exactamente dos meses y ocho días. Así es, llevaba cuenta de su tiempo junto al pequeño, y nadie evitaría que su cerebro registrase muchos años por venir con Hoseok.

– ¡Alto ahí! ¡¿Qué demonios crees que haces?! ¡No te acerques a mi bebé! –

Taehyung dejó salir un gruñido. Se acercó cuidadosamente a la cuna tratando de desviar la atención del alfa con mayor rango. Un hombre que en su pequeña habitación parecía abarcar todo el espacio.

El desconocido se giró dándole una mirada letal y Taehyung, aún siendo beta, se sintió bastante intimidado por él.

Sus ojos.

Sus ojos rojos eran lo único visible a través de la oscuridad.

La luna sin lugar a dudas hacía un gran trabajo iluminando algún otro lado del país porque en esa habitación la claridad no existía.

– ¿Tuyo dices? – bufó con sorna el chico pelinegro que Kim no supo identificar, por ende, sus rasgos eran tan desconocidos como sus intenciones.

– Te lo advierto. ¡Aléjate de él! ¡Es mío! – Taehyung desenfundó sus garras.

No era tan tonto como para pensar que podía vencer a un alfa con esa aura tan poderosa — mucho más de lo normal — pero de tener que convertirse en lobo y hacer algunos rasguños con tal de proteger a su hijo, lo haría millones de veces.

– No lo repetiré otra vez. Aléjate de mí hijo, o-

– ¿Qué harás? – sonrió con evidente burla. – Te destrozaré ese bonito rostro si te atreves a impedir mi cometido. – aseguró el alfa con convicción.

Ahora fue el turno del nuevo personaje con aires de grandeza para sacar las garra, aunque por supuesto, como eran los alfas de orgullosos no se le olvidó añadir un espeluznante gruñido. Estaba claramente advirtiéndole al beta que se alejara, sino le daría la paliza de su vida.

– Te pateare el culo... – murmuró Tae bastante cegado por el cabreo.

El chico de ojos azul bebé se abalanzó sobre el pelinegro ensartando un golpe en la mandíbula. El alfa, líder de una de las manadas más temidas, jamás se dejaría tocar por alguien tan soso como un beta, en respuesta le proporcionó un rodillazo en las costillas.

🍂𝓞𝓾𝓻 𝓛𝓲𝓰𝓱𝓽 | KσσƙTαҽ🍂Where stories live. Discover now