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[NOTA: por razones obvias este fic será censurado, es decir, no meteré las escenas explícitas que tengo preparadas pero se hará mención de ellas, (quiero aclarar que la experiencia será casi la misma). Aunque sí podréis leer muy pronto la "original" en Sweek. ¡A leer!]

<Busan, South Korea>
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Un sombrío lugar en donde el dinero rompía costillas y el alcohol te cantaba la despedida.

[●●●]

Eran dedos enollados en mechones de cabello y palmas agarrando níveos muslos. Ahí estaba Park Jimin, con un cigarrillo largo entre sus dedos y dos hombres a los lados de sus hombros.

El local se encontraba medio lleno por ser un día entre semana, los sofás forrados de cuero blanco daban al lugar un toque moderno pese a la antigüedad de la barra y los taburetes que la acompañaban. Las luces cambiaban de color al son de la música, creando distintos ambientes con cada canción que sonaba. Las tarimas estaban a lo alto de la estancia, dando la preferencia de visibilidad a los sofás de cuero carmesí, porque así era, los que tenían más dinero debían disfrutar todo lo que ofrecía el local de una forma más exclusiva y cómoda.
Como en todos los locales, distribuían a los clientes por espacios. Los camareros tenían un ojo encima de cada cliente y siempre construían un esquema mental con cada uno de ellos. Depende de la marca italiana de los zapatos que portaba el señor, un trato diferente se le otorgaba.

¿Qué veían los grandes empresarios en un local medianamente descuidado y copado de gente normal y corriente? Porque, a simple vista, el local era uno más en la gran ciudad.

El trato exclusivo contenía servicios exclusivos también. ¿Por qué en los peores rings estaban presente los mejores postres?

Sí, así era. Porque la censura y el límite se borraba por completo; y en donde no había límite, había dinero.

Una buena tapadera escondía una mala moralidad. Todos lo sabían.

ㅡ¿Nunca te han dicho lo suave que tienes la piel? ㅡpreguntó el hombre de la izquiera a Jimin.

El hombre pasaba sus dedos sobre los muslos del chico, recorría su cuerpo medio desnudo con sus dígitos, dejando a su paso palabras mudas que se impregnaban en la piel del menor en escalofríos. Jimin giró hacia la voz y le dedicó una pequeña curvatura de labios, esta que se rompió en el momento en el que sonrió ampliamente.

ㅡSeñor, solo usted me lo ha dicho ㅡcanturreó dándole otra calada al cigarrillo.

Las luces cegaban a los clientes, y el joven cegaba a aquel cliente.

Un sombrío lugar en donde las caricias eran el entrante de la cena.

[●●●]

¿Cuándo uno puede considerar que pasó la línea límite? ¿Cuándo uno puede parar cuando el coche va cuesta abajo sin frenos?

La sonrisa de Jimin alumbraba el lugar, los ojos curiosos que buscaban algo interesante en la estancia, se encontraban con los ojos del chico. Esos shorts tan cortos, esa camiseta casi transparente, ese piercing fosforecente en el pezón, ese collar tan insinuador... cada complemento que traía él era motivo para dedicar algunos segundos a admirar.

ㅡHablemos de dinero, chico ㅡsusurró el hombre de la derecha, aprovechando la cercanía para pasar su lengua sobre el oído del joven.

Los alrededores del gran sofá carmesí empezaron a quedarse sin pasos que rondaban cerca, los camareros ya atendieron las secas gargantas de los señores y la música empezó a sonar más fuerte por la hora punta.

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⏰ Last updated: Oct 02, 2019 ⏰

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1 DOLLAR DANCER || Kookmin [3SHOT]Where stories live. Discover now