XXXI.

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*Actualmente*

—Mamá, ¿que pasó después?

Cansada de narrar, me levanto y voy hacia la cocina seguida por mis hijos pequeños, que me persiguen insistentes.

Estar con ellos me hace recordar las tardes en las que mamá nos llevaba a Amy y a mí a la playa en los calurosos meses de verano. Pasábamos todo el día en remojo mientras ella nos preparaba los bocadillos de la merienda y tomaba el sol en su bikini de rayas rojas.

—Pues... llegamos a Londres y estuvimos en casa de los abuelos unas semanas —contesto mientras cojo un vaso y lo lleno de agua.

—¿Volviste a encontrarte con... los ojos del pasado? —pregunta mi niña con los ojos abiertos como platos.

Echo la cabeza hacia atrás y suelto una carcajada que no puedo contener. Desde que me había referido a Adam como "los ojos del pasado", la pequeña Clairy no había dejado de repetirlo una y otra vez, como si realmente su nombre fuera aquel, y es que para ella, así era.

Asiento mientras me bebo todo el vaso de agua de un trago.

—Sí. Volví a encontrarme con él —respondo con una mueca misteriosa en la cara.

Kyle abre la boca sorprendido, sin esperarse aquello.

—¿Y qué pasó? —preguntó intrigado.

Sonrío y dejo el vaso sobre la encimera.

—Venid... —susurro mientras les agarro de la mano y volvemos al salón— Os contaré qué pasó.

*Pasado*

—Cariño, ¿quieres que vayamos al centro comercial? —preguntó mi madre apareciendo en el marco de la puerta.

Desvié la vista de la pantalla del portátil y la miré mientras negaba con la cabeza.

—Me quedo, mamá —contesté—. Pero llama a una amiga y ve, hace un día estupendo y yo tengo que terminar algunas cosas.

—¿Segura? —preguntó dudosa—. Me puedo quedar y ayudarte...

Niego con la cabeza sonriendo y, aunque me cuesta un poco más convencerla de que se vaya, cuando lo consigo ella echa a correr como una adolescente hacia el teléfono.

Ben y Jack se habían ido hacía rato a ver un partido de baloncesto, ambos pareciendo niños con zapatos nuevos.

—Brooke —oí gritar a mi madre desde abajo—, me voy ya. He quedado con Sheil para ir al centro comercial.

—Pásalo muy bien — grité en respuesta, y segundos después oí la puerta de la entrada cerrándose.

No tenía ni idea de quién era Sheil pero bueno. Desde que me había ido de allí, mi madre había llenado su vida de amigos y cosas maravillosas, y yo estaba encantada por ello.

Mis ojos se desvían de nuevo, ahora hacia la ventana.

Últimamente había hecho mucho calor, pero ese día el cielo estaba gris y hacía frío.

Me levanté, me dirigí a mi armario y me vestí con unos pantalones y una camiseta veraniega, la que después tapé con una chaqueta.

Salí a la calle sola por primera vez después de aquella semana allí.

Las calles estaban desiertas.

Quería ir al cementerio a visitar la tumba de papá, pero no pude.

En vez de eso, me descubrí paseando por todos los sitios de mi infancia y mi adolescencia; por la casa de Amy (estaba de vacaciones con Alex en Miami), el instituto... y, por último, la casa de Adam.

Déjame hacerte feliz (ACABADA Y EDITADA)Where stories live. Discover now