VIII.

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—Brooke, despierta –gritó mi madre golpeando la puerta–. ¡Es hora de ir a clase!

Gemí. Lunes de nuevo. Estaba harta de aquella monótona rutina.

Me levanté y me metí directamente a la ducha.

El sábado no acabó tan mal como esperaba, supongo.

Alex, Amy, Adam 2.0 y yo nos lo pasamos bien.

Salí de la ducha y me preparé para otro día de instituto. Hacía ya un poco de frío, estábamos en Octubre, por lo que me puse una chaqueta.

Agarré mi mochila y bajé, para comenzar a hacer lo de todos los días: saludar a mi madre, desayunar e ir caminando hacia clase.

Siempre con el mismo orden y la misma pesadez.

                                                                                              ***

—Buenos días, Wells –me saludó alguien por detrás cuando estaba a punto de entrar al instituto.

—Hola, Johnson. Raro que me saludes –titubeé una sonrisa.

Sonrió divertido pero cínico.

—Si prefieres que no lo haga... –abrió sus brazos en señal de rendición.

Sonreí y negué con la cabeza.

—¿Podrías llamarme 'Brooke'? Ya sé que te sabes mi apellido –dije sonriendo mientras reía un poco.

A él le desapareció la suya mientras bajaba la cabeza y negaba un poco.

—Tengo que irme. ¿Quedamos mañana para seguir con el trabajo? –dijo rápidamente.

Asentí confundida y con las cejas juntas.

¿Pero qué había hecho mal esta vez?

Negué con la cabeza suavemente mientras observaba a un Adam un poco seco junto a sus amigos.

Me coloqué bien la mochila y me dispuse a perderme entre todos aquellos adolescentes que iban de un lado al otro por los pasillos. 

Hacia la clase de Ética.

                                                                                               ***

—Bien, podéis salir. Brooke Wells, quédate un momento, necesito hablar contigo –dijo el profesor Smith una vez acabada la clase de Ética.

Miré hacia atrás. Adam me miraba mientras recogía sus cosas y salía del aula.

Una vez vacía ésta, me acerqué al profesor y esperé a que hablara.

Siempre había pensado que el Sr. Smith tenía una forma un tanto peculiar de hablar. Como si su léxico se hubiera quedado años atrás. Como sus viejas gafas de pasta desgastada.

Pero era un buen hombre.

—¿Cómo va con el señorito Johnson? 

—Bueno... –lo medité–. Bien. Creo que Adam tiene muchas cosas escondidas que no deja ver, que no deja predecir. Es como un libro cerrado, Sr. Smith. Es muy aplicado, está ayudando mucho en el trabajo.

Me miró y pude ver una pequeña sonrisa que desapareció enseguida.

—Me alegro, Brooke. Ambos sois como piezas de ajedrez fuera del tablero. Puede retirarse.

Me fui del aula como la primera vez que hablé con él: perpleja.

¿Que había querido decir con que somos como dos piezas de ajedrez...?

—Brook –oí frente a mí.

—Hola, chicas –sonreí.

Amy y Ann sonrieron, y las tres nos fuimos hacia el aula de Historia.

—He pensado que podríamos hacer una reunión de chicas como la otra vez –nos dijo Amy pícara. Luego me miró–. Aunque si Brook quiere, podríamos invitar a un tal Adam Williams –susurró canturreando.

Ann nos miró sin entender nada.

—Te lo contaré a la salida –le dije a Ann mientras agarraba su brazo. Luego giré mi vista hacia mi mejor amiga–. Ni siquiera le conozco, Amie. Además, él no me gusta. No es mi tipo.

Me miró sorprendida.

—¿Hace cuánto que no me llamas Amie?

Me encogí de hombros mientras sonreía.

Amy seguía llamándome Brook, como cuando eramos pequeñas. Yo dejé de llamarla Amie.

Creo que dejé de hacerlo por algún motivo que no recuerdo...

Déjame hacerte feliz (ACABADA Y EDITADA)Where stories live. Discover now