"en ruinas"

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Había llegado el momento.
Quizás estaba siendo egoísta por su parte, pero no podía aguantar más.
No quería dejar a su padre solo, al fin y al cabo él tampoco era el hombre más feliz del mundo, pero si Changbin no era lo suficientemente bueno para él, no encontraba otra solución.
Todos los días su padre le recordaba todos sus fallos e imperfecciones y ya estaba cansando de siempre lo mismo.
Él no se veía capaz de lidiar con ese, y los mil problemas más que tenía.

El único refugio y fiel compañero de este chico era la música, esa que lo había ayudado a salir un poco de su depresión, pero que esta vez no sería capaz de salvarlo.
Había pasado tantas horas componiendo y rapeando para poder desahogarse, que sería un desperdicio no enseñarle sus canciones a su padre por si algún día era él el que necesitaba refugiarse.
Dejó la carta en la que explicaba su ausencia sobre su escritorio. En ella también explicaba donde se encontraban sus temas para que su padre los escuchase y lograse comprenderlo. Él estaba seguro de que algún día su padre lo perdonaría.

Antes de irse decidió encender su ordenador y escuchar su tema favorito por última vez, 42.
Era una canción bastante triste, con una magnífica base, que trataba un tema bastante complicado.
Lástima que tal vez sus palabras eran demasiado explícitas y dolorosas, por lo que fue mejor guardarla para siempre y no enseñarsela a nadie. Aun así, Changbin no descartaba la idea de que a gente como él, sus letras les podrían ayudar a superar situaciones como estas.
3 minutos y 54 segundos de música, y apagó su ordenador por completo, dejándolo a un lado de su cama.
Y por última vez, besó la foto que reposaba en una de sus estanterías.
La única fotografía que tenía con su madre cuando él apenas tenía unos meses. Una pequeña lágrima cayó sobre el portafotos y se despidió de su madre, pensando que le quedaría poco para verla.

Dejó su habitación atrás y se dispuso a salir de su hogar. Era verdaderamente tarde, y por suerte nadie rondaba por las calles de esa fría noche.
Realmente no sabía a donde ir, simplemente quería buscar un lugar alto y alejado en el que poder desaparecer con facilidad. Comenzó a vagar por las calles, mirando el reloj que llevaba puesto en su muñeca izquierda. Este marcaba las 00:09 así que no se preocupó en acelerar el paso. Su padre no llegaría a casa de trabajar hasta las una de la madrugada, así que aún tenía suficiente tiempo.

Finalmente encontró un edificio en ruinas que tenía unas escaleras bastantes altas que le pondrían servir. Vigiló el lugar, comprobando que no hubiera nadie y se  se sentó en una vieja silla del lugar para recapacitar de nuevo.
¿De verdad estaba apunto de hacerlo? Esa decisión estuvo dando vueltas en su cabeza por meses. Nunca había sido completamente feliz, pero en los últimas semanas todo se había tornado aún más gris, incluso negro.

Sí, estaba decidido. Lo haría en ese momento y ya no había vuelta atrás.
Se levantó decidido y subió las enormes escaleras que tenía a su derecha. Estas daban a un "balcón" un poco destrozado desde el que se veía toda la ciudad llena de pequeñas luces a lo lejos.
Esta sería la última vez que vería su ciudad natal, en la que había pasado toda su vida.
Miles de recuerdos pasaron por su mente antes de adelantar unos pasos y encontrarse a escasos centímetros de caer al vacío.
Porfin estaba apunto de quitarse la vida, lo que había estado deseando por días.
Todo su sufrimiento estaba a punto de acabar y podría encontrarse con su madre, a la que ni si quiera recordaba conocer pero a la que quería más que a sí mismo.

Todo hasta que sintió una fuerza que lo tiró hacía atrás, haciéndolo caer completamente inconsciente.

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 ❝42❞ ; 𝘤𝘩𝘢𝘯𝘨𝘫𝘪𝘯Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum