Les contaré lo que estoy viviendo en estos momentos ya que realmente merecen sufrir conmigo todo esto. En estos momentos estoy en mi clase de sustancias controladas y medicación. Un curso que en la universidad nos dan obligatoriamente, seas estudiante de medicina o no. La mayoría de las veces tratan de que sea un informativo durante los trimestres sobre las drogas y sus desventajas para ahuyentar a los estudiantes de ingerirlas.

Mi profesor, el señor Black es uno de los peores profesores de la universidad. Sus clases consisten en dictar lo que debemos escribir, tomar apuntes todo el tiempo y recibir un examen o tarea para una gran cantidad de por cientos durante cada miércoles de todo el año escolar. Es uno de los profesores menos queridos y con razones. Irina, "archienemiga" es su hija, lo que demuestra a quien saco su antipatía y su odio racional hacia los humanos.

Y al Irina ser mi enemiga, sabrán y supondrán que el profesor me odia y me hace la vida imposible. Pues se equivocan, ese profesor me ama. Solo por ser su estudiante estrella sin la necesidad de tomar más apuntes que los demás u tener que pasar más tiempo estudiando. La clase se basa en hablar y discutir sobre los temas, inclusive algunas veces trata más sobre los conceptos. Y algo que se me da bien es aprender las cosas de memoria, así que me va bien en su clase. Lo cual a Irina, le sienta súper mal, y eso me hace muy feliz.

La campana recién suena anunciando el cambio de horario, en donde finalizamos las clases de hoy. La final y la última de mis clases: Deportes, mejor conocida como educación física o cuidados físicos. Lamentablemente, la peor clase, y no porque no me guste. Simplemente el profesor es mi gran problema, Jonathan el profesor y Coach. Y para mi, el esposo de mamá y mi padrastro.

—¡Jenna! —Me voltee, viendo a la cara a la persona que intentaba llamar mi atención entre la multitud.

—¡Chica! ¿Pretendes que yo sufra un paro cardiaco? ¡Tienes un jodido petardo en el trasero o que! Demonios...

Y con ustedes, el gran y inigualable Liam, damas y caballeros.

—Eres jugador de baloncesto, pasas la mayoría de tu tiempo corriendo. Esto no debería ser mucho para ti, tonto.

—Lo dice la chica que toma clases de gimnasia desde los siete. No pesas nada, así que no hables. Sabes muy bien que eres más rápida que yo, por tamaño y peso.

Rodee los ojos, Liam jamás cambiará. Es muy holgazán.

—¿A donde vas con tanta prisa? Casi no te logró alcanzar.

—Tengo clase con Jonathan. Y realmente no quiero llegar tarde, aunque quisiera.

—Uh, desearía poder llamar al Coach así. Pero no lo intentaré jamás, lo más seguro y en cuanto habrá la boca me patea el trasero y me hace correr media milla.

—Y cuidado que todo el condado..—co mencé a reír por su expresión, Jonathan era cruel con sus jugadores. Pero todo con su debido merecer, los hacia entrenar muy duro y al final en los partidos siempre son los campeones estatales.

—¿Me veras entrenar hoy de nuevo?

Sonreí, ya sabía por dónde va esto.

—Así es, tengo que ser asistente de Jonathan durante todo el año.

—¡Suertuda! No tienes que hacer nada, solo mirar nuestros lindos traseros entrenar. Eso es cruel..

—¡Yo no voy a eso! Mamá quería que participará. Según ella tengo unos kilos demás —una risa ronca se escuchó y deleitó mi delicado oído. Creo que reconocería esa risa donde fuera.

—¿Kilos? Por favor Kennedy, tu eres como una pluma. Una molesta y quejona pluma.

Maldito.

—Hola, Aarón. ¿Entrenaste esta mañana sin mi? —la pregunta de Liam no era extraña, ambos son mejores amigos. Casi siempre parecen chicles, jamás veras a Liam sin Aarón, eso es seguro.

—Si, mamá tenía cosas que hacer. Así que fui solo, lo siento bebé. La próxima te busco y sudamos juntos.

—Oh, claro. Me fascina perder calorías contigo.

—¡Cierren la boca! ¡Malditos pervertidos!

Ambos comenzaron a reír.

—Idiotas..

[...]

—¡Freeman! ¡¿Porque demonios tu trasero está sobre mi hijastra!? ¡Muévete antes de que te incruñste este silbato por el trasero!

Mi risa se escucho por todo el campo, Jonathan lleva la mitad del entrenamiento gritándole al pobre Freeman. Al menos ya sé quién es su jugador menos favorito.

—¿¡Qué haces aún sobre ella?! ¡Muévete! ¡Quiero siete vueltas al campus! ¡Ya!—el pobre Freeman se estremeció sobre mis muslos y terminó por arrancar a correr en cuanto el entrenador venía a paso ligero en su dirección.

Luego de los incesantes gritos de Jonathan, mis ojos divisaron el número que había estado evitando desde que empecé como ayudante de Jonathan, el horroroso número veintisiete. 

—Jenna Kennedy, que grata sorpresa. 

Los ojos verdosos de Bryce me observaron por sobre sus gafas oscuras, vestía una camiseta de ejercicio y unos pantalones de chandal. El olor a colonia me atacó las fosas nasales y arrugue mi rostro al ver como lanzó su mochila a un lado de mí. 

—Quisiera decir lo mismo, Bryce —di mi mejor sonrisa y cerré el libro que traía en mano.

—Jamás te había visto aquí, ¿A cúal de los chicos intentas engatusar esta vez?

—A nadie, estoy aquí por obligación. 

Un mechón de mi cabello se cruzó en mi rostro, mi mano fue directo a él escondiendolo detrás de mi oreja. Bajé la vista hasta mi libro ignorando a Bryce, vi como unos zapatos negros nuevos caminaron hasta nosotros. 

—¿Todo bien, Jenna? —la voz grave de Aarón llegó a mis canales auditivos poniendome los pelos de punta, Bryce frunció el ceño mirandolo desafiante. 

—¿Es que ella no puede hablar si tú no se lo permites? —Aarón se acercó a él de manera retadora, su ceño estaba tan fruncido que estaba creando una arruga en medio, su vena del cuello estaba brotandose de una manera exagerada. 

Bryce por su parte parecía que se quebraría la mandibula de lo fuerte que estaba apretandola. 

—Todo está bien Lightwood, puedes volver al entrenamiento, al igual que tú tienes que empezar a hacer los ejercicios antes de que Jonathan te ponga en tú sitio. 

Mis manos estaban en el pecho de ambos, apartandolos, los ojos azules de Aarón conectaron con los míos helandome. Su ceño dejó de fruncirse tanto, al igual que su vena se regularizó, su mano viajó hasta la mía tomandola y dejando un beso en ella antes de darse la vuelta y regresar con los demás. Bryce mantenía su expresión seria, sin decir nada, pasó por mi lado, dejando mi mano en el aire tendida. Rodé los ojos y volví mi atención a mi libro. 

Sentí una mirada sobre mí, levanté la vista por sobre mi libro y me encontré con una tonalidad de azul que me dejó sin aire. Sobre ellos habían unas frondosas cejas oscuras, una de ellas con un metal atravesandola, y un poco más abajo, una cruz pequeña por la mejilla. 

—No mires mucho a Ashton, suele molestarle bastante que le sostengan la mirada —Liam pasó por detrás de mí mientras observaba al chico cuyo nombre parecía ser Ashton. 

—Perdón —murmuré apartando la mirada, Liam sonrió de lado y se unió a los demás. 


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Three Point Shot | Libro I |  ✓. Où les histoires vivent. Découvrez maintenant