siete. laberinto

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Sabrina estaba acostada, dándole la espalda. Stella asumió que estaba dormida. Comenzó a quitarse el vestido y las mallas que llevaba puestas para colocarse su pijama en total silencio, pero la voz de Sabrina la sobresaltó.

—Lo lamento —dijo su hermana. Stella volteó a verla lentamente. Sabrina se había enderezado y la estaba mirando con esos ojos que no podía decirle que no. Stella suspiró audiblemente.

—Sabrina...

—No, en serio lo lamento —insistió—. Dije cosas horribles. Lo siento. No quise hacerte sentir mal, solo estaba enfadada.

—¿Estás segura? Porque dijiste justo las palabras que sabías más me iban a doler.

—Stella, estoy asustada —admitió Sabrina, abrazando sus rodillas—. Lo lamento.

Stella intentó mirarla con severidad. No iba a perdonarla tan fácil. Pero ver a su hermana realmente asustada, tan frágil... En silencio, terminó de ponerse su pijama y caminó hasta la cama de Sabrina, sentándose al borde.

—Sabrina, ¿crees que yo te pondría en peligro alguna vez?

Sabrina parpadeó, confundida por su pregunta.

—No, claro que no. Siempre intentas cuidarme.

—Entonces, ¿crees que realmente te diría que firmaras si creyera que no es lo mejor para ti?

Ante eso, Sabrina no tuvo respuesta. Se quedó en silencio, mordiendo su labio inferior, confundida.

—Solo quiero estar segura —hizo una pausa—. Y creo que tú puedes ayudarme a eso.

—Lo que sea por ti, 'Brina.

—Ambrose me habló de la malum malus —comenzó a decir Sabrina. Incluso en la oscuridad, Stella pudo ver sus ojos emocionados. Sabrina amaba una buena aventura—. La manzana del mal.

—Más como la fruta del conocimiento —Stella sonrió levemente divertida—. Sé lo que es una malum malus. Es una manzana. La muerdes. Y te susurra secretos. Te otorga conocimiento.

—Puede mostrarme el futuro. Puede decirme si es mejor tomar el camino de la luz o el camino de la noche. Solo tengo que ir a un huerto, buscar el árbol más viejo. ¿Qué dices? ¿Me ayudas?

Stella la miró por un buen rato, en silencio. Sabrina casi temió que dijera que no, pero finalmente puso los ojos en blanco y asintió.


—Sabrina Spellman, vas a ocasionar mi muerte —gruñó quedamente. Sabrina soltó un chillido y sin pensarlo pasó sus brazos alrededor de su hermana, abrazándola. 


🔮 🔮 🔮  


—¡Deja de hacer eso! —chilló Stella, soltando una risita. Harvey inmediatamente sonrió. Hacer a Stella sonreír era de por sí un logro. Hacerla reír era todo.

—¿No te gustaría una taza de té? —preguntó, en un exagerado acento británico.

—¡Es espantoso!

—¿No quieres un jugar un partido de criquet?

—Harvey, detente —juguetonamente, Stella empujó su hombro con la palma de su mano. Harvey, sin alejar la vista de la carretera mientras manejaba, tomó con su mano libre la mano de Stella, entrelazando sus dedos.

Stella no dijo nada. Simplemente, se le quedó viendo a sus manos. Era extraño, como un simple roce podía hacerla sentir todo. Tragó saliva pesadamente. Oh, lo que daría porque su vida no fuera tan complicada y no tuviera que dejar a Harvey en unos días.

HOLD YOUR BREATH / chilling adventures of sabrinaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora