Un nuevo oponente ha llegado

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El hombre cayó al suelo inconsciente, las gotas de sudor se agitaron por última vez mientras dejaba de moverse y la sangre salpicaba los pies vendados de su gigantesco oponente.

Al instante la multitud enloqueció eufórica, sedienta de sangre. La gente lo llamaba "rey", "emperador" pero realmente lo consideraban algo más.

Y él lo disfrutaba, ¿Y porque no habría de hacerlo? Era en verdad invencible.

Los paramédicos entraron al improvisado ring para atender al hombre en el suelo, pero ya no podían hacer nada, el luchador estaba muerto.

¡Sagat! ¡Sagat! ¡Sagat!

Rugió aún más fuerte la muchedumbre.

El gigante llamado Sagat observó cómo se llevaban el cuerpo sin vida de su oponente y no pudo evitar pensar que había llegado a la cima. Pronto llegaría otro rival, de seguro sería considerado el más fuerte de su tierra, pero nunca había estado en Tailandia, nunca estaría preparado para enfrentarse al rey del Muay thai, empezaría el combate, Sagat al principio lo mediría, lo probaría, de la misma forma en que un gran felino juega con su presa antes de matarla, porque eso era exactamente Sagat: un depredador. Y cuando el depredador se haya aburrido asestaría el golpe final. Al gigante tuerto no le preocuparía si el rodillazo fue mortal o no, porque después vendría otro combatiente, otro hombre que de seguro era el más fuerte de su tierra.

El nuevo oponente cayó al suelo, tenía las costillas rotas, pero aún estaba vivo. Los paramédicos se lo llevaron con rapidez mientras gritaba de agonía.

Apenas unas cuantas gotas de sudor resbalaron por su frente hasta llegar al parche que tenía en su dañado ojo derecho, esto era apenas un calentamiento para Sagat, su ejercicio favorito. Y reía mientras la multitud lo ovacionaba.

El siguiente retador llegó...

Un pequeño karateka japonés.

Sagat miró hacia abajo para poder ver su rostro, el joven no debía medir más de 1.70, su retadora mirada denotaba una inmensa determinación, una gran fuerza de voluntad. Sus puños se abrían y se cerraban, preparándose para el combate.

El rey del Muay Thai empezó a reír cuando el joven luchador entró a la sala junto al improvisado ring –que consistía únicamente en una plancha de madera con forma de cuadrado- en medio de la instalación secreta donde se desarrollaba la final de este torneo mundial.

¡Un nuevo oponente ha llegado!

Gritaba el anunciador mientras un par de camarógrafos, camuflados en la multitud lo enfocaban.

Su nombre es Ryu y está aquí para desafiar a.... ¡Sagat, el rey del Muay Thai!

La multitud enloqueció completamente, coreaban el nombre de Sagat con la misma fuerza que abucheaban al joven japonés.

Sagat pidió que le cambiaran las vendas de sus puños por unas nuevas, unas que no estuvieran manchadas con sangre. Ryu dejó en el suelo una improvisada bolsa de lona que cargaba en su espalda amarrada con un cordel, y de ella sacó un par de guantes mma de color rojos, se los colocó con una inmensa concentración y después amarró con más fuerza la cinta blanca que tenía en la frente, al igual que la cinta negra en su cintura que sujetaba su keikogi blanco.

Una vez que Sagat tuvo listos los vendajes tanto en sus puños como en sus pies, se levantó recibiendo otra vez la ovación de la multitud. Vestido con su atuendo típico de Muay Thai (unos shorts azules con 2 pequeñas franjas amarillas verticales en el costado) avanzó hacia el ring donde Ryu ya lo estaba esperando.

El sendero del TigreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora