Capítulo 93: Casualidad

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No me busques, no me llames, solo no trates de encontrarme...

                                               - Poché 🌙

Terminé de leer la carta y las lágrimas no dejaban de brotar, ví la hora y eran las seis con treinta, ya había pasado una hora y media... Llegue tarde, muy tarde. El llanto se intensificaba

- No... Esto no puede ser cierto - caminé al armario y lo abrí, mirando como faltaba la ropa de Poché

- ¡Fui una completa idiota! - grité mientras arrugaba aquella carta. Tomé mi celular y marque al número de Poché mandándome de una al buzón de voz, intente un par de veces más y siempre lo mismo

- CARAJO - me desplomé en la cama, llorando, gritando, la perdí, perdí al amor de mi vida...

- P O C H É

Me encontraba ya en aquel avión, esperando a que despegara, pues el vuelo se había retrasado, realmente deseaba que Calle apareciera pero... Probablemente se sigue revolcando con esa otra chica. Suspiré y solo recargue mi frente a la ventanilla mientras las lágrimas se hacían presentes

- Amm... Hola - escuché una voz masculina, limpie mis lágrimas y miré

- Perdón, Amm.. me tocó sentarme aquí, justo aquí, pero... Creo que no estás pasando un buen momento, si quieres puedo buscar otro asiento - sonrió aquel chico de ojos claros, pelo oscuro y un intento de barba

- No, no te preocupes, estoy bien, puedes tomar el asiento - traté de sonreír y él de sentó

- Yo... Yo soy Sian - me dedicó una sonrisa bastante alegre

- Y yo María José pero dime Poché - sonreí

- ¿Poché? - me miró extrañado

- Mi hermana de pequeña no podía decir José y me decía Poché, desde ahí soy Poché - solté una pequeña risita al igual que él

- Que raro - me miró con una sonrisa, por alguna extraña razón me calmaba, me contagiaba

- ¿Y tú? ¿Por qué Sian? - lo miré pensativa

- En realidad... No lo sé - rió

- No pues wow - reí

- Oye perdón por no tener una historia - sonrió - Bueno, al menos te hice sonreír -

- ¿Que? - lo miré

- Bueno, cuando llegué estabas llorando y no preguntaré por el motivo pues soy técnicamente un completo extraño para ti - soltó una risita

- Si de hecho si, extraño - sonreí

Pasaron horas de vuelo, al fin aterrizamos, aterrizamos en Los Ángeles, tal vez es un lugar que Calle frecuentaba o le encantaba pero ahí era más mi oportunidad de regresar a la fotografía, necesitaba mi tiempo, inciar de cero. Bajé del avión y me dirigí en busca de mí maleta, me quedé ahí esperando y estaba tardando más de lo normal, así que me acerqué al lugar de quejas

- Buenas tardes, disculpa, mi maleta al parecer no llegó - miré a la señorita

- Permítame un minuto - me sonrió cortésmente y comenzó a buscar en su computador

- Creo que el destino quiere que nos encontremos - era aquel chico del vuelo, otra vez

- Tal vez o bueno a menos que a ti tampoco te haya llegado tu maleta - reí suspirando

- De hecho sí es eso - soltó una carcajada

- Vaya.. - sonreí

- Disculpe señorita, debe ir a la entrada, ahí estará su maleta, o bueno de ambos - sonrió

- Vale gracias - comencé a caminar junto con el chico, ambos tomamos nuestras maletas y caminamos a la salida del aereopuerto

- Entonces, supongo que ahora sí adiós - sonrió hundiendo sus hombros

- Adiós - sonreí y comencé a caminar

- Oye no, pero espera, podrías darme tu número - me detuvo y lo miré de nuevo

- Sí... yo creo que no - reí, tal vez suene ridículo pero... aún estaba Calle, no quiero estar con nadie por un gran gran tiempo

- Esta bien - rió y se fue al igual que yo. Tomé un taxi y le indique que me llevará al hotel más cercano, en realidad, curiosamente era al hotel en el que Calle y yo ascostumbrabamos hospedarnos, suspiré y saqué mi celular, lo desbloqueé y pude ver cómo habían 15 llamadas desviadas de Calle, respiré pesadamente y bloqueé el celular de nuevo. Llegué a aquel hotel, caminé hasta el mostrador de la recepción con la señorita y comencé a registrarme al terminar caminé al ascensor esperando a que este se abriera mientras mi mirada estaba cabizbaja

- Empiezo a creer que me acosas - levanté la mirada y de nuevo era aquel chico, esto sí que estaba siendo una enorme casualidad y me asustaba

- ¿Que? No, creo que aquí el acosador eres tú - sonreí

- Oye, yo llegué aquí primero, aunque... No me molestaría ser acosado o asechado por una mujer como tú - sonrió y tomó mi maleta metiéndola al elevador ayudándome

- Vaya, pues.. ¿gracias? - reí y él me ayudó hasta llegar a la habitación en la que me tocaba hospedarme

Mi Mala Adicción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora