Capítulo 78: Siempre Tuya

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- P O C H É

(+18)

Calle ya me había dado todas las explicaciones y ahora yo me sentía mal por ser una celosa posesiva, era obvio que trabajaría en mi actitud, confío en ella pero no en los demás, un día puede llegar alguien que quiera todo con ella y haga de todo por separarnos, no, ya llegó y está en prisión. En fin, era un domingo por la mañana y normalmente los domingos eran de flojera así que hoy tenía planeado estar la gran parte del día con mi amor acostada, me levanté a la cocina y tome un poco de agua

- Amor quieres un poco de agua? O café? - grité desde la cocina pero no recibí respuesta

- Amor? - caminé de regreso a la habitación y ahí estaba, completamente dormida, no podía creer que mientras yo estaba acostada a su lado pensando ella se haya quedado dormida

- ¿Cuánto llevará dormida? - sonreí, me quite la camiseta, me tumbé despacito en la cama para no despertarla, podría haberme quedado simplemente mirándola pero no pude resistirme, verla ahí acostada, indefensa y con sus hermosas y definidas piernas desnudas. Me acerqué a su espalda, besé y acaricié su hombro y su cuello con delicadeza. Calle se giró y sonrió con esa sonrisa suya que desde que la conocí me volvió loca, nos besamos y empecé a recorrer su cuerpo con mis manos, con besos, mordiéndole dejando en ella pequeñas moradas... me gustaba ver cómo reaccionaba su cuerpo según lo que le hacía, su piel se erizaba, su cuerpo se tensaba, su corazón se aceleraba y sus pequeños quejidos cuando le mordía se hacían cada vez más fuertes. Ella se dejaba hacer y a mi me encantaba hacerle. Nos pusimos de rodillas en la cama, me puse detrás de ella, con una mano la sujetaba del cuello delicadamente y con la otra recorría su cuerpo, besaba su espalda y su cuello, esta mujer me volvía loca, me provocaba la actitud que estaba tomando. Pegué mi cuerpo al suyo, haciéndole sentirme su espalda, con mi mano aún en su cuello en ocasiones le permitía girarse un poquito para besarnos pero al poco tiempo volvía a girarle la cara. Jugaba con ella, la provocaba, cada vez que lo hacía Calle soltaba un pequeño gruñido y yo me reía. Su corazón y su respiración estaban a mil, lo sentía. Me incorporé, agarré a Calle ágilmente, la tumbé a ella en la cama y yo me quedé arriba. Ella tenía la ropa interior puesta aún, metí mi mano dentro y la besaba para silenciar el sonido de su respiración y sus jadeos.
Movía sus caderas con energía mientras sus ojos se cerraron con fuerza, nos levantamos sin separar sus labios de los míos, su espalda se separaba con pequeños espasmos. Su cuerpo se relajó después de la tensión, sus ojos se abrieron y sus labios se separaron de los míos enseñando esa sonrisa perfecta suya. Era increíble volver a tener a Calle en una cama, a mi lado sintiendo su calor, su aroma, su piel tan suave y cálida, al menos de la mitad de su cuerpo pues de la parte de arriba no estaba desnuda. Digo y después de una muy fuerte discusión, creo que con esto sacamos todas las emociones reprimidas

- Te amo María José - sonreí al escucharla y podía sentir sus piernas temblorosas, me di la vuelta para levantarme y poderle traer un poco de agua pero apenas me di la vuelta me tomó entre sus brazos y comenzó a besarme pero ésta vez con ternura y suavidad, mientras sus manos paseaban por mi abdomen y vientre con una delicadeza que jamás sentí antes, me recargue de nuevo en la cama, ella se quedó sentada en el suelo, mirando como lentamente recuperaba el aire, se puso de pie y comenzó a acariciar mi rostro, toqué su cuerpo aun por encima de su camiseta, la tenía ahí, desnuda ya luego de que ella se quitará en esos momentos aquella camiseta de algodón, con una sonrisa pícara y su mirada tan penetrante, llena de deseo acompañada de su respiración agitada.
Se levantó, me acosté boca arriba y se recostó sobre mi abdomen, había sido placentero, ella permanecía con los ojos cerrados, así estuvimos unos minutos hasta que giró a verme con esos ojos avellana que sin lugar a duda amaba

- Quiero ser siempre tuya Daniela Calle - le dedique una sonrisa, me sentía agotada

- Y yo tuya María José Garzón -   está mujer definitivamente quería que estuviera conmigo en resto de mi vida y eso lo aseguraré pidiendo que sea mía y sea conmigo por el resto de nuestras vidas, ya lo que estaba sintiendo por ella era algo inmenso que no me cabía en el pecho y tenerla siempre es lo que quiero porque ya no me imagino de la mano de alguien más que no fuera la de ella...

Mi Mala Adicción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora