13-. "¡Wah, wah!"

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Lizzi ya le había dicho a Marcus sobre Aaron. Ahora, el hijo de Apolo sabía de sus sentimientos. Quería confesarse, ver cómo reaccionaba, pero la chica de Afrodita casi lo había hecho jurar por el río Estigio que no lo haría. La curiosidad lo carcomía, y estaba a diario paranoico sobre cualquier gesto de Aaron. ¿Por qué le había mirado por más de dos segundos? ¿Qué significaba esa sonrisilla? ¿Estaba bamboleando las caderas para seducirlo?

Demasiadas preguntas que, a un hijo de Ares, le daban un dolor de cabeza como el Hades.

—Es primera vez que noto el tamaño de tus manos—Aaron levantó la tostada extremidad y la examinó, acercándola a su rostro. Sintió la leve respiración, y el latido de su propio corazón. ¿Por qué era tan endemoniadamente lindo? Su sorpresa fue gigantesca cuando, contra todo pronóstico, el chico entrelazó sus dedos y le sonrió ligeramente—. Es... Es más cómodo, ¿no?

Estudió sus labios, que se contraían en una mueca nerviosa. Sexy. Ya el muy tonto se había perdido en sus pensamientos (que antes ni sabía que existían) y habría vagado mucho rato en ellos de no ser porque Aaron le tocó la mejilla.

—¿Estás ahí?

—... Sí... 

—¡Ah, vale! Es que... me mirabas muy raro—se había ruborizado—, aunque a la vez no me mirabas... ¡Qué curioso!, ¿estabas pensando?

—... Sí... 

En un gesto de iniciativa propia, apoyó su cabeza en el hombro del rubio e inhaló la vainilla que desprendía. Vainilla y mar, pues Aaron se había estado bañando en el océano horas antes. Yacían apoyados en el viejo tronco, y de haber mirado hacia arriba habrían notado a las ninfas del bosque mirándoles con curiosidad, hasta emocionadas. Un par de horas después ellas serían las primeras miembros del "Club de Schlachnnei" (Schlacht  x Sunnei, sus apellidos) dirigido por Afrodita. Pero eso es otra historia...

—¿Te quedas en el campamento todo el año?—preguntó Marcus, mirando por el rabillo del ojo al contrario. Este asintió lentamente, intentando recordar algo mas sin resultados.

—Tú... ¿Tú también?

—Sí, claro. Daremos nuestros paseos todo el año, ¿vale?—Aaron le sonrió. El hijo de Ares esperaba que, por lo menos en un par de meses, dichos paseos sean de pareja y no de amigos. El de Apolo también quería eso, pero aun con ciertas dudas.

—Si llueve, cuando el señor D deja que llueva, ¿qué haríamos?—cuestionó el rubio. Marcus se pensó la respuesta, porque no tenía ni puta idea, antes de encontrar una buena solución.

—Tomamos chocolate caliente en algún lugar techado.

Aaron se enderezó con emoción—. ¡¿Te gusta el chocolate caliente?!—asintió lentamente. ¿Qué tenía de especial?—. ¡A mi me encanta! ¡Dioses del Olimpo, eres tan perfec...! ¡Eh, eh, creo que escuché algo desde...!

Colocó un dedo sobre los labios del rubio y enarcó una ceja—. ¿Estás mintiendo?—Aaron negó—. ¡Por el Hades, Aaron, se te nota en la cara!

El rubio del chico de Apolo fue encantador. Ser pillado en sus mentiras le avergonzaba.

—Entonces, ¿soy tan qué? Me parece que ibas a decir perfecto—le guiñó el ojo, solo por si acaso. Aaron evitó mirarlo clavando sus claras orbes en la hierba, nervioso—. Venga, que es broma. Vuelve aquí, que quiero apoyarme en ti.

El más bajo hizo caso en silencio, a gusto con que a Marcus le gustase algo de él (aunque sea apoyarse). También él dejó caer su cabeza sobre las castañas hebras, permitiéndose un corto relajo. Casi se habían olvidado ya de que, en fin, se encontraban en algo así como un evento peligrosísimo con monstruos también peligrosísimos quizás rondando cerca.

Aaron, el semidiós [Yaoi/Gay]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora