Segundo Fragmento del Cristal

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Lunes por la mañana. (Parte I)

Habitualmente, los lunes suele ser el inicio de la semana para casi el 90% de la poblacion. En mi caso no se apegaba ese hecho. Mi semana habia empezado hace mas de una semana y aun estaba dando sus terribles coletazos para que no terminara y darme una paliza. Aunque ya la hubiera recibido unos dias antes.

El que recuerda mi relato llamado "Primer Fragmento del Cristal" entrara a cuentas que deje todo en ese escenario a un lado de un edificio gubernamental importante en Tokyo, en Shibuya. Bueno, la cuestion se torna un poco mas complicada despues de eso. Por ello y para no repetir hechos, saltemos un poco en el tiempo.

El lunes, o sea un dia y medio despues del incidente, intentaba caminar a duras penas por los corredores del colegio. ¿Me ocultaba? Claro que si. Era eso preferible a recibir los... Elogios de Enoshima o las... Adorables palabras de aliento de Kirigiri. Notese que estoy siendo sarcastico a mil kilometros por segundo. No me encontraba para nada en condiciones de ir a clases, pero no queria perder la regularidad por una "pequeña" paliza.

Tenia vendas en la cabeza, uno de mis brazos sostenido por un cabestrillo y una de mis mejillas con un parche. El domingo, el dia anterior, Tsumiki, empujada por Nanami que habia oido lo que me paso de mi senpai Kuzuryu, llego a mi cuarto con ella y me empujaron hacia la enfermeria en la cual estuve recostado, adolorido, viendo las piruetas de Tsumiki durante toda la tarde. Lo bueno es que los domingos en el colegio no hay absolutamente nadie, o sea que pese a ciertos personajes importantes del evento, nadie se entero bien lo que habia pasado. Obviamente hasta que me vieron llegar.

Tenia miedo de cruzar por la puerta. A decir verdad, no queria dar explicaciones sobre lo que habia ocurrido, en si, no era algo trascendental, mas aun, no queria que Celes se metiera en un problema, siendo yo el que habia causado mas. Mire unos segundos la entrada. No tenia alternativa.

Abri la puerta aunque no completamente.

– Oigan chicos, ya es hora de empezar las clases, ¿donde esta el resto? ¿Tengo que hacerles un resumen sobre las reglas de convivencia para que sean puntuales? – Un chico de cabello negro y enormes ojos rojos estaba parado al frente de la clase habitada por pupitres vacios.

– Jajaja... Ishimaru, eres el unico que se preocupa mucho por esto. Deberias tomartelo con mas calma. Ni siquiera Sakura es tan disciplinada como tu. ¿Verdad? – Dijo una voz femenina y risueña que parecia tener la boca llena de comida.

– La disciplina es buena y util para la vida. No cumplirla tampoco significa un grave pecado pero es en realidad una falta grave a nuestras convicciones. – Una voz femenina y grave provino de un lugar mas interno.

– Ss-solo callense... Y-ya lle-llegaran todos... – Dijo otra voz femenina.

– ¿Eh? – Ishimaru el prefecto definitivo se volteo al ver que la puerta estaba entreabierta y la abrio por completo. – No te quedes a fuera, Nae... ¿Naegi? – De pasar de estar algo fasidiado, paso a estar perturbado. Este me tomo por los hombros y me observo como si me estuviera muriendo. – ¿Que te ha pasado? – Pregunto asustado. Debido a su reaccion, un rostro se asomo a intentar ver que ocurria, era Leon, la estrella de beisbol definitiva. Se quedo boquiabierto y se puso de pie para acercarse.

– ¿Que demonios te ha pasado, viejo? – Me rei un poco.

– Tuve un pequeño accidente casero. – Al hablar la solitaria vista azulada de una de mis compañeras, Mukuro Ikusaba, se asomo con curiosidad. Al dar unos paso dentro del aula, sus ojos cambiaron drasticamente y se clavaron en mi con una expresion tan... Extraña, que me dio mucho miedo. Definitivamente, esa chica se dio cuenta que mis heridas no eran normales.

Danganronpa: Carpe Diem Memento MoriOù les histoires vivent. Découvrez maintenant