Capítulo 2

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Eran justamente las 8:30 de la noche y yo para variar seguía rememorando los sucesos del día anterior con Tom Hiddleston.  En la radio empezó a sonar la canción Happy de Pharrel Williams y me puse a bailar, más bien a deslizarme de un lado a otro de la tienda con movimientos torpes y desacordes al ritmo de la música.  Estaba claro que lo mío no era bailar.

Concentrada en mí baile no me entere de que la campanilla de la puerta sonaba hasta que la figura de un hombre en gabardina, gafas y con sombrero se me apareció por el rabillo del ojo.

- ¿¡Tom!? – grite sorprendida.

Tal fue mi susto y lo desprevenida que estaba que me tropecé con mis propias piernas cayendo al suelo.

- ¡Scarlet! – dijo Tom viniendo corriendo a socorrerme. – No quería asustarte, lo siento.  ¿Estás bien?

Me agarro por los brazos y me ayudo a levantarme.  Bueno, más bien me levanto el sólo como si fuera un peso pluma.

- Estoy bien tranquilo, solo me he resbalado. – dije aún con sus manos en los brazos.

Me estaba muriendo de vergüenza, literalmente.  Y claro que es genial que volviera a verlo, es lo que llevaba deseando todo el día.  Incluso me había permitido fantasear sobre como seria otro encuentro ficticio.

¿Pero en serio tenía que ser de esta forma?  No solo me había pillado bailando mal, sino que encima me caía al suelo de la impresión y el susto de verlo.

- Me alegro.  No quisiera que por mi culpa te pasara nada.  – dijo aun preocupado y retirando sus manos.

- Si me pasara algo seria por mis pasos torpes no por tu culpa, te lo puedo asegurar. – confesé.

- Algún día te enseñare a bailar. – dijo mostrándome su sonrisa brillante y perfecta.

- Deseo con ansias que llegue ese día. – aunque mi intención era solo pensarlo acabe diciéndolo en voz alta.

Me puse colorada y me mordí el labio por la vergüenza, pero él lo único que hizo fue dejar el gorro y las gafas en el mostrador y despojarse también de su gabardina.  Lo pude ver por fin con unos de sus trajes en primera persona.  Iba vestido con un pantalón gris oscuro, una camisa blanca por dentro del pantalón y un chaleco del mismo color que el pantalón.  Sus ojos azules se clavaron en mi sonrientes y divertidos.

- Entonces no esperemos más. – soltó tan caballeroso y formal, tendiéndome su mano. – Scarlet, ¿me concederías este baile?

- ¿Aquí?  Pero la música esta no se puede bailar, y el espacio es pequeño y…

No sabía cuál era la canción que estaba soñando pero no era bailable, eso sí lo sabía.  Aún así el seguía con la mano en el aire esperando a que la cogiera, sonriendo y sin aceptar mis excusas.

- Entonces yo me imaginare un ritmo y te lo enseñare.

- Bu-bueno, es que no sé bailar muy bien y te podría pisar y…

- Déjalo ya y baila conmigo. – me corto cansado de esperar.

Se acercó a mí cogiéndome por la cintura y tirándome contra él.  Nuestros pechos chocaron el uno contra el otro.  Mi corazón empezó a agitarse con fuerza y de manera desenfrenada.

- Tienes que rodearme el cuello con los brazos. – dijo divertido y creo que disfrutando del momento.

Obedecí sin rechistar, acaricie las puntas de su pelo castaño al hacerlo, suave y brillante.  La calidez de sus manos en mi cintra atravesaba mi ropa, grabándolo en mi piel deseosa de que no hubiera ropa de por medio.  Me di cuenta de que mis ojos llegaban justo a la altura de sus labios y la vista se me quedo enganchada en ellos.  Tenía mucho calor y su cuerpo tan pegado al mío no ayuda para que no fuera así.

Tom empezó a moverse con movimientos lentos a los lados.  Los sueños habían quedado muy  atrás de la realidad que estaba viviendo.

- No lo haces tan mal como decías. – dijo haciendo que le mirara a los ojos, que ya me estaban mirando antes. – Ahora probaremos a darte una vuelta.

Me agarro de una mano y me hizo girar, salió perfecto teniendo en cuenta que no sabía hacerlo por muy simple que parezca.  Seguimos bailando unos minutos más, dando vueltas y moviéndonos al mismo ritmo de la canción que tocaban nuestras mentes.

- Lo has hecho bien. – dijo Tom cuando paramos.

- Sí, estaba convencida que te acabaría pisando.

- Por suerte no lo has hecho. – contestó riendo.

Me contagie de su risa tan melódica y suave.  Estaba tan feliz por haber bailado con el mismísimo Tom Hiddleston que ni me entere que ya pasaban de las nueve.

- ¿Cuánto rato hemos estado bailando? – pregunté confusa.

- Me había parecido poco. – dijo Tom mirando el reloj de la pared. – Tengo que irme ya o llegare  tarde al rodaje.  Venia para ver tu tienda con tiempo pero al final no ha podido ser.  Aunque me ha gustado bailar contigo Scarlet.

- Lo mismo digo.  Ha sido algo que nunca olvidaré, el día en que Tom Hiddleston bailó conmigo.  Y siempre que quieras y puedas estaré aquí para que des una vuelta por la tienda, o lo que sea me da igual.  Nunca rechazaría  tu presencia, para mi seria todo un placer verte todos los días. – dije otra vez sin pensar antes de hablar.

- Me alegra oír eso, porque pienso venir mañana otra vez a esta hora. – dijo feliz cogiendo sus cosas. – Espérame mañana.

- Esperaré todo lo que haga falta con tal de verte otra vez. – dije embelesada en sus ojos.

Y otra vez el comentario final que me dejaba como una completa loca.  Por suerte él volvió a reírse.

- Bien, hasta mañana entonces Scarlet.  No te hare esperar mucho.  – dijo despidiéndose antes de salir por la puerta con su indumentaria para que no lo reconocieran.

Me había vuelto a olvidar de una foto, pero tenía algo mejor: un baile con Tom y su promesa de volver mañana.  Esta noche no podría dormir pensando en mañana.

Luna de óxidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora