CAPITULO DIEZ

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Hillary abre los ojos a más no poder, pero no se gira, sigue mirando el cuadro, luego pone la mano en su barbilla como si estuviera realmente analizando.

-Brooklyn.- habla Jasper más firme, detrás de ella, con los brazos cruzados.

-¿Si?.- se gira lentamente, hasta estar cara a cara con el.

-¿Porque no viniste al entrenamiento? ¿Crees que esto es un juego?.-la miraba con los ojos entre cerrados, gracias a dios nuestras voces son parecidas.

-No, claro que no es un juego Harper.

-Es Jasper.- la corrige él de mal humor.

-Eso da igual.- pone sus brazos como garra.- Si quiero faltar, lo voy a hacer ¿Y sabes porque?

-¿Ah si? Porque.-de acerca despacio hasta estar a sólo unos pasos de distancia.

-Porque me importa un huevo lo que tu digas.-Dice ella con una sonrisa.- intento de niño malo.

-Te cortaste el pelo.- la ignora, tomando un mechón que caía sobre su hombro.- Me gusta, te sienta bien.

-Uy pues me alegro que te guste, lo hice pensando en ti.- se mofa rodando los ojos.

-Mmm me alegra escuchar eso.- me arrastro por la pared para escuchar mejor, ya que Jasper comenzó a hablar más despacio.- me alegra que pienses en mi.

Hillary nuevamente rodó los ojos. Con su dedo incide empujo a Jasper por el hombro.

-¿Si sabes que es sarcasmo cierto?.-lo miro mal.- como sea, tengo cosas más importantes que hacer que estas aquí hablando contigo, asi que bye, saludos a la mami.

Cuando comenzaba a caminar hacia mi dirección, el la tomo del brazo bruscamente.

-Espero que no vuelvas a faltar.-Dice con una voz que hasta a mi me dio un escalofrío.- Mañana te quiero ver temprano aquí.

Como pudo, soltó su brazo y camino por el pasillo.

-Que miedo.-dije a penas llegó, vigilando que Jasper ya se haya ido.

-No mames casi me cago del susto.-ríe un poco.- aunque después entre en sintonía, que tipo más pesado.

-Ni que lo digas.-me paso la mano por la frente.

-Pero lo que no puedo negar, es que irradiaba sexo por todas partes, y tu me dijiste que nada pasaba.-negó con la cabeza.

-Y te prometo que nada pasa.-solté una risita incómoda.-ven vamos a ver que nos tienen que decir.

Avanzamos el poco camino que nos quedaba hasta llegar a la puerta ya familiar del despacho.

-Señor Gocks.-saludó al entrar, el levanta la mirada de los papeles que estaba revisando.

-¿En serio era necesario el corte de pelo y la ropa igual?.-pregunto poniéndose de pie.- Si antes me costaba diferenciarlas ahora va a ser imposible.

-Pues gracias a esta brillante idea, que debo recalcar fue mía.-Dice Hillary.- el tal Jasper no nos descubrió.

-¿Mi nieto?.- asentimos a su pregunta.- pensé que estaba afuera.

-Si pues entró.-dijo sentandome en una silla frente al escritorio.- y por suerte me alcance a esconder, y Hillary se hizo pasar por mi.

-Ah que tu eres Brooklyn.-fiel Gocks.- ya me sentía nervioso con la idea de tener que preguntar quien era quien.

-Bueno acortemos esto.-habla mi hermana sentándose a mi lado.- ¿Qué era lo importante que tenía que decirnos?

-Es cierto es cierto.- el hombre frente a nosotras se vuelve a sentar.-  Nos dieron una advertencia.

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