Valor y fuerza

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(Leo)

—Mierda. ¿Cómo es posible que sacases la nota más alta de todo el instituto sin haber estudiado nada? —Erick se cruzó de brazos indignado—. Al final he aprobado todo, pero por culpa de haber tenido que estudiar tanto, no entrené lo suficiente y quedé segundo en los nacionales.

Arqueé un ceja, pero antes de que pudiese responder, Jennifer tomó la palabra.

—A veces yo también desearía tener una memoria fotográfica como la suya —suspiró—. Pero en fin, cambiando de tema, ¿qué tiene de malo haber quedado segundo?

Erick se acercó al sofá donde la de pelo morado estaba sentada.

—Si hubiese ganado, Leo habría pasado toda la noche conmigo —confesó, haciendo que mi cara se tiñese de rojo al instante—. Pero el idiota de Jackson fue más rápido que yo y se llevó el primer puesto.

Jennifer me analizó de arriba a bajo antes de volver a hablar de nuevo.

—Nunca me hubiese imaginado, que algún día estaría hablando de la vida sexual de mi pequeño escritor con su novio —rió.

Mi cara enrojeció aún más y apreté los puños.

—¡¿Q-queréis dejar de burlaros de mí?! —exclamé totalmente avergonzado y dirigiéndome hacia Erick—. ¡Tú! ¿Por qué tienes que contarle esas cosas vergonzosas a todo el mundo? Si os he pedido a todos que vengáis a la casa de Jennifer es por algo importante. ¡No para que le cuentes cosas que no le interesan! —grité aún más fuerte.

Erick sonrió burlón y ella le devolvió la sonrisa.

—Pero sí que me interesan —apuntó Jennifer antes de comenzar a carcajearse junto al estúpido rubio.

Volví a apretar los puños, con la cara igual de roja que las luces de un maldito semáforo, y suspiré bien hondo para no cometer ninguna locura, o comenzar a gritarles de nuevo.

Cuando por fin terminaron de reírse, sonó el timbre de la puerta. Jennifer se levantó de su sitio y fue ha abrirla.

—En serio quería pasar la noche contigo —Erick se acercó a mí haciendo un puchero—. Cada vez que pienso que ese maldito te tocó, me dan ganas de ir a donde diablos esté y... —se quedó callado y apretó los puños al igual que yo lo había hecho hacía tan solo unos momentos—. Solo quiero marcarte como mío y que nadie más te toque.

Y de nuevo, mi cara enrojeció, aunque esta vez podría jurar que se parecía más a las luces de un árbol de navidad.

—Ya sabemos que os queréis mucho, pero no creo que nos hayáis hecho venir para verlo —dijo alguien a mi espalda, haciendo que me girase rápidamente.

Sarah, Peter, Mickel, y Arthur se encontraban al lado de Jennifer; mientras que Sophie y Jackson estaban situados al lado de Gabriel.

Colors of the Soul ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora