A ti te gusta ella
porque ella tiene una belleza extraordinaria,
porque tiene cuerpo de revista,
porque es la que todos quisieran tener,
¿verdad?
A ti te gusta ella
porque sus manos son suaves,
sedosas,
de una muñeca.
A ti te gusta ella
por la voz fina que tiene.
Por su voz aguda
y casi perfecta;
incluso es mejor que una de locutora.
A ti te gusta ella
porque sus labios
son aquellos en los que te pierdes,
aquellos en los que todos
se quieren perder.
Pero,
¿sabes qué?
Ella tiene el cuerpo que todos quieren tener
pero no tiene la figura
que esperas ver a tu lado
cuando te despiertas.
Porque
ella
no tiene
mi silueta.
Pero,
sabes,
sus manos serán muy sedosas,
y suaves,
y femeninas,
pero cuando ella te toca el hombro,
al estar tú de espaldas,
cuando te das vuelta te decepcionas
porque no era la cara que esperabas ver.
Porque ella no puede tocarte el pelo
y hacerte sentir tranquilo
como mis manos extrañas
lo hacían.
Tendrá una voz muy hermosa,
la de los ángeles, quizás,
pero, ¿sabes qué?
Esa voz no te dice lo que yo te decía.
Esa voz no te calma como yo lo haría
o,
como yo lo hacía.
Y
tiene esos labios en los que te pierdes
pero,
ambos sabemos que no estás buscando perderte
en sus labios,
estás buscando encontrarte.
Y
en los míos te encontrabas.
Ahora, ella no tiene la culpa.
No tiene la culpa de no ser como yo.
Bebé, ella no tiene por qué ser como yo por un idiota como tú.
Deja de buscarme
en otras personas,
porque
sabes bien
que no me vas a encontrar.
Y, claro,
casi lo olvido.
A ti te gusta ella
pero, ¿sabes cuál es tu maldito problema?
Que te encanto yo.
YOU ARE READING
Lo que siempre me callé.
PoetryLo que nunca te conté, lo que siempre me callé; aquí lo escribiré. Así lo haré porque siempre sabré que nunca me escucharás, que jamás me leerás. Prohibida su copia y/o adaptación total y/o parcial.