Ay... mira esa carita. Me lo como.

Ya lo hiciste.

—Oye... —Jules me saca de mis pensamientos.

Su voz tímida e incluso avergonzada me hace esperar lo pero. Me debería haber ido.

Hace mucho tiempo que no estaba con alguien, así que he perdido un poco de práctica pero juro que soy mejor y si me dieras otra oportunidad seguro que podría mejorar y no sería tan malo; no, espera, no quise decir que fue malo, solo que lo podemos hacer mucho mejor...

Antes de que pueda seguir balbuceando decido colocar un dedo sobre sus labios. Mi sonrisa parece calmarlo.

—Estaba pensando justamente lo mismo —afirmo segura y un poco embobada por la situación.

Mis palabras parecen traerle algún tipo de confianza, porque su rostro se ilumina y su sonrisa brilla.

—Me alegra que pensemos igual —dice, y se abalanza sobre mí.

—Ah, ¿te referías a ahora? —su respuesta viene en forma de sensuales besos en mi cuello—. Ah, bueno, no me quejo.

***

Luego de un rato, Jules y yo nos encontramos abrazados, sudorosos y en silencio escuchando como nuestras respiraciones agitadas llenan la habitación. Sin embargo, un golpe en la puerta (bastante fuerte), seguido de la voz de Rose nos hace volver a la realidad.

—Su alteza, el desayuno estará servido en una hora —anuncia, y oímos cómo sus pasos se alejan en dirección a la habitación de Sophie.

—¿Te vienen a despertar? —digo con cierto tono de burla.

—Sí —responde—, creo que es algún tipo de tradición o protocolo —mientras habla, comienza a separarse de mí sin mucho entusiasmo y a levantarse de la cama—. Significa que tengo una hora para prepararme para el desayuno. Deberíamos bañarnos —sugiere, y camina en toda su gloria hacia la puerta que lleva a su inmenso armario.

Segundos después, vuelve a mi campo de visión con dos bóxers en mano.

—Toma —revolea uno hacia mí; lo atrapo antes de que esté se estampe en toda mi cara—. Puedes quedártelo si quieres.

—Gracias —murmuro alegre, pero no puedo ocultar la sorpresa en mi voz.

Se pasa una mano por el cuello antes de encarar hacia el baño. Cuando llega a la puerta, gira su cabeza y me mira. Yo, sin ganas de levantarme, lo sigo y entro junto a él.

Cierra la puerta tras nosotros.

***

—Jules, tenemos que hablar —grito desde el baño.

Desde que amanecimos, no hemos tocado el tema de qué somos o de qué queremos ser, si que en verdad tenemos oportunidad. Y eso, aunque lo disimulo bastante bien, me molesta. Me da la sensación que él al igual que yo no sabe qué es lo que quiere exactamente.

Si bien mis sentimientos no me resultan claros, soy de esas personas que necesitan etiquetar todo; contrario a Jules, quien parece más de aquellos que siguen la frase "go with the flow". Por ende, ahora me encuentro a la expectativa de cuál será la resolución que tomemos con respecto a nuestra (posible) relación.

En fin, mientras yo me cambio en el baño, con la puerta cerrada para que no me pueda ver acomodarme mis armas; él se prepara para el desayuno en su vestidor. Con una sonrisa, me pongo la prenda que me ha dado en vez de mi lencería.

Protegiendo a la Familia RealHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin