Capítulo 18

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—¡Stacy! —grita una voz masculina desde uno de los pasillos.

—Maximilian Saint-Evette, qué gusto verte —comento abrazándolo.

—¿Cómo ha estado mi hermanita pequeña? Espero que lejos de los chicos —dice cariñosamente. Me cruzo de brazos.

—Yo no soy tu hermana, Rachel lo es, y yo no soy ella —él rueda los ojos.

—Te extrañé —suelta un suspiro. Su rostro se torna serio—. Mi madre nos espera en su despacho, pero dijo que antes de verla te pusieras la peluca —me entrega una peluca rubia y me la coloco.

Un escalofrío me recorre.

***

Minutos después, estamos parados frente a la puerta del despacho de la reina. Maximilian golpea la puerta dos veces y al instante se escucha un "Adelante".

Él abre la puerta y me encuentro a la reina sentada detrás del escritorio, perfectamente derecha. Su mirada es la misma que siempre: superioridad y autosuficiencia.

Aquí vamos.

—Stacy Raquel Hale —mira su reloj de muñeca—, por poco y llegas tarde. En fin no se puede esperar mucho de ti —abstengo de rodar los ojos y permanezco impasible.

—Madre...

—Cállate, Maximilian, no te metas —lo interrumpe—. Volviendo al tema, es un alivio que estés aquí. Conociéndote... No me sorprendería si no aparecieras.

Su muy irritante voz ya me está irritando demasiado. Creí que estaba acostumbrada...

—Si estoy aquí no es por usted, sino por Rachel, sépalo —me giro, dándole la espalda—. Me retiraré a mi habitación. Si no le molesta, prefiero cenar allí. Los veré mañana.

Y salgo de la sala.

***

Una vez en mi habitación, comienzo a dar puñetazos, patadas y hacer llaves al aire. ¿Por qué no simplemente no vengo más? ¿Por qué no dejo de hacer lo que ella dice? ¿Por qué no... la olvido?

Porque eres débil.

***

—Toc-Toc —Maximilian imita el sonido de golpear la puerta mientras entra—. Te traje la cena.

—Me sorprende que te hayan dejado —comento y él suelta una risita.

—¿Tú crees que se lo dije? —niego—. Ahí tienes tu respuesta.

Se sienta conmigo en la cama y me ofrece la bandeja. Dios, qué hambre tengo.

—Me pidió que te dijera... —lo interrumpo.

—Te pidió barra ordenó que me dijeras y, solo para clarar, abro paréntesis, no quiere verme —hago una pausa—, cierro paréntesis —él me da un golpe.

—Deja de hablar así de... raro.

Ambos nos miramos y nuestros rostros se tornan serios. Él coloca una mano en mi cuello y me tira hacia sí. Nos fundimos en un gran abrazo. Nos mantenemos así por un largo rato y luego nos recostamos.

—Te extrañé mucho —murmura acariciándome la espalda.

—Y yo a ti —susurra pegándome más a él.

***

—¡Rachel! —alguien chilla, haciendo que Maximilian y yo nos despertemos.

—Christine, sabes que odio que me despierten gritando —se queja Maximilian.

—Si me hubieras dicho que tu hermana venía... —reprime Christine a su prometido.

Christine Laville, de 26 años, es hija de un duque muy cercano a la familia Saint-Evette. Ella y Maximilian han estado juntos prácticamente desde que nací (no sé cómo se soportan, yo ya hubiera salido corriendo). Hace un año y medio el rubio le pidió matrimonio y se casarán en febrero del año que viene. En ese mismo día, también se llevará a cabo la coronación y ellos dos pasarán a ser los nuevos reyes.

—¿Rachel, cómo has estado? ¿Pasó algo interesante en el internado? —Christine me pregunta.

—Muy bien, gracias. ¿Te parece si mientras me cambio le dices a las criadas que preparen el desayuno en el comedor y ahí te cuento todos los chismes del internado —sugiero, ella asiente emocionada y se va.

—¿Qué chisme le vas a contar si tú nunca estuviste en un internado? —se burla.

—Me inventaré un par, aunque yo inventándole chismes no va a ser la peor mentira que le vamos a estar ocultando —suelto un suspiro—. Max, tienes que decirle la verdad, que me llame Rachel me pone nerviosa, la peluca me hace Rachel, pero yo no soy ella, solo finjo serlo. Además, pronto será la reina, merece saber este secreto y dónde está su verdadera cuñada —me torno seria.

—Lo sé, Stacy, lo sé, pero qué quieres que le diga. Mi madre estará furiosa si se entera que le conté. Además, ¿y si se lo cuenta a alguien?

—Cuánta confianza... —murmuro sarcástica.

—No se trata de confianza, Stacy... Pero sabes que ella es muy alegre y le gusta hablar mucho. No creo que lo haga a propósito, pero se le puede escapar.

—Lo entiendo, de todas formas debes decirle.

—Muy bien, le diré. ¿Qué quieres que le diga? —refunfuña.

—La verdad —contesto simplemente—. Cuéntale mi verdadero parentesco con los Saint-Evette. Quién soy en verdad. Qué es lo que hago aquí —comienzo a elevar mi tono de voz—. Por qué la reemplazo. Por qué nadie tiene que saber que existo. Por qué la reina me odia. Y lo más importante —siento un nudo en mi garganta—, que Rachel está muerta —una lágrima rueda por mi mejilla.

•••••

Lo sé, es corto. Pero necesitaba dejarlo acá. No me odien.

Leí todas sus teorías, muchas están muy cerca. Con este capítulo, ¿alguna nueva idea?

Saludos, Kira

Protegiendo a la Familia RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora