Capítulo 22

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—Sí, claro. ¿Qué pasa, Judith? —se acerca un poco, pero se mantiene en silencio esperando a que el pasillo se vacíe.

—Yo... Solo quería pedirte un favor... —endereza su postura y aprieta sus manos, que están a los costados de su cuerpo—. Nos conocemos hace mucho, ¿recuerdas?

Asiento. Cuando tenía diez años...

Flashback

—¡Quiero ser agente secreto! —exclamo, llamando la atención de todos los presentes en la sala.

Todos me observan y comienzan a reírse. Siento mis mejillas sonrojarse y bajo la cabeza, avergonzada. Aprieto mis párpados con fuerza para reprimir las lágrimas. ¡No se rían!

No les prestes atención, Raquel, estoy seguro de que serías la mejor agente —alienta Gabriel, sus ojos marrones brillando. Le sonrío en agradecimiento—. No tienes que agradecerme, por algo somos mejores amigos —toma mis manos.

Minutos más tarde, una mujer mayor que el resto de los hombres de la habitación entra. Todos, salvo Gabriel y yo, se enderezan y exclaman "Comandante" al unísono. Mi mejor amigo, por otro lado, se para del sillón en el que estábamos sentados y hace una reverencia, a la vez que pronuncia "Su Alteza". En ese momento, yo no sabía quién era.

La mujer repara su mirada en mí y empieza a acercarse lentamente. La observo caminar hacia mí, sin desviar la vista ni por un segundo. No me interesa que nos estén mirando. Ahora, esa señora es todo lo que me importa. Una vez frente a mí, se pone de cuclillas para quedar a la misma altura que yo sentada. Su penetrante mirada reposa en mis ojos, mi cara y mi cuerpo por un tiempo, no sé cuánto exactamente, hasta que decide hablar.

—Serás una gran agente —afirma y saca de uno de los bolsillos internos de su saco una pequeña tarjeta blanca con una inscripción y un número de teléfono—. Llámame si te interesa.

Le regalo mi más grande sonrisa y contengo las ganas de sacarle la lengua a todos los hombres de la sala.

Fin del Flashback

—Te conocí en mi última y más importante misión como agente. Tú seguiste mis pasos. Al igual que yo, te convertiste en una contribuyente que realiza misiones de riesgo —comenta desprendiendo nostalgia—. Es por eso que quiero encargarte algo. Sé que eres capaz de encontrar a mi nieta y, cuando eso pase, por favor, cuídala muy bien —sus facciones demuestran preocupación, sin embargo, me sonríe logrando que su arrugado rostro se contraiga—. Confío en ti, Stacy Raquel Hale— y se aleja por el pasillo en dirección al ascensor, dándome la espalda.

***

Con los nervios a flor de piel, intento que los guardias me dejen ingresar al castillo. Nadie me reconoce y eso me molesta. No porque me moleste que no me conozcan, es más, prefiero que sea así. Sin embargo, que no me dejen entrar significa que retrasan el rescate de Sophie.

—Lo lamento, señorita, pero no se permite el acceso a nadie sin invitación —sé que el pobre hombre solo está haciendo su trabajo, aunque eso no quita las ganas que tengo de gritarle obscenidades y entrar a la fuerza.

Cálmate, Stacy, así no resolverás nada.

¡Pero cada segundo que paso fuera del palacio es un segundo más de Sophie estando secuestrada!

Puedes investigar sin tener que entrar.

¡No! ¿No lo entiendes? Necesito saber qué pasó exactamente en cada momento. Dónde desapareció, con quién estaba, cuándo... ¡Todo!

Protegiendo a la Familia RealOnde as histórias ganham vida. Descobre agora