XXXIII «Jhonny Storm»

3.5K 174 104
                                    

A la mañana siguiente Ángela se encontraba mucho mejor, la sangre de Thor había permitido que sus heridas sanarán con rapidez.

Antes que nada, revisó su celular. Vió que tenía un mensaje de Storm, el cual contestó y quedaron de verse en la noche para ir de fiesta.

Saltó de la cama muy temprano por la mañana, preparó el desayuno de Natasha y el de ella, se bañaron y emprendieron su camino a los distintos sitios que Ángela tenía contemplado ir.

Primera parada: Centro comercial. El armario de la chica era prácticamente amor y paz. Toda su ropa era de colores alegres, vestidos y faldas de niña buena, linda y tierna. Necesitaba algo que la hiciera ver ruda; ropa negra, camisetas de bandas de rock, pantalones negros.

Segunda parada: Zapatería. No podía andar por la vida con balerinas, sandalias o tenis rosados. Necesitaba botas militares, zapatos con púas, botines negros.

Tercera parada: La peluquería. Ya se había cansado de su color manzanilla, se lo tiñó más oscuro y probaría con un color fantasía; como no podía ser tan mala como para hechar a perder su cabello con un tono que no le gustara, se pintó las puntas de color rosado.

—¿Tú no quieres probar un color nuevo, Nat? —Preguntó mirándola a través del espejo. Esperaba a que el peróxido hiciera efecto en su cabello.

—No, gracias. Soy feliz con el rojo —Sonrió mirando una revista de chismes.

No era algo cultural pero la distraía. Podía burlarse de la vida de los famosos... Incluído Tony, quien estaba en la portada como “¿Te imaginas a Tony Stark de SugarDaddy? ¡Aquí te decimos cómo sería!”

Ángela la observaba con detenimiento.

—Te quedaría muy bien el cabello rubio... Uno cenizo, sería lindo —Sonrió. Natasha levantó la vista con una ceja alzada como diciendo “¿En serio?”—. Sólo digo, Nat —Sonrió—. Por si algún día quieres cambiar de look.

Romanoff exhaló y mejor posó su vista en la revista.

Cuarta parada: Un restaurante. Estaban exhaustas, necesitaban alimento. La orden de hamburguesas y papas fritas fue la solución.

Al llegar, Ángela corrió a su habitación a ponerse su ropa nueva para la cita con Johnny. Una camiseta gris sin mangas holgada y unos shorts negros con unas medias a media pierna con sus botas militares. Se hizo unas trenzas, se pintó los labios de un tono guinda —Cosa que nunca haría—, y se puso delineador, mucho delineador.

—¿Y bien? —Preguntó la chica a Natasha al bajar, se dió una vuelta para deslumbrar los ojos de la agente con su nuevo look.

Romanoff la observó de arriba a bajo, expectante.

—Realmente no sé qué decir, nunca creí verte de ésta forma —Dice con sinceridad dejando de lado su celular. Se gira totalmente a ella y da unos cuantos pasos—. Estás linda pero... Algo no lo hace ser tú.

Ángela lo pensó un poco, decepcionada, por su puesto.

—Ese es el punto, no quiero ser yo. Necesito un cambio, mi personalidad no puede ser la misma de siempre.

Ángela ni si quiera sabía lo que decía, soltaba las palabras al azar. Pronunciaba lo primero que se le ocurría.

Natasha rodó los ojos y sonrió levemente.

—Claro, lo que digas Jane Austen. Sólo espero que no te metas en líos —La voz convencional de Nat hizo molestar un poco a Bloom pero no importó. La agente se giró y caminó a la cocina.

—Me voy, se me hace tarde. Chao Nat, deséame suerte.

Ángela bajó a toda prisa sin dejar que Romanoff contestara.

I N M O R A L » Steve Rogers » |Completa|Where stories live. Discover now