—Te extrañamos enano

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—Te extrañamos enano.—El ojiesmeralda no reaccionó al abrazo de Grayson es más ni siquiera sentía algo al respecto, había perdido algo muy valioso y eso era al cariño mutuo entre hermanos de sangre, le importaba una mierda sus tres hermanos adoptados solo le importaba otra persona, y esa otra persona se tiene que olvidar a como dé lugar.

Tras una larga cena familiar todo parecía estar bien a Damian, acompañado de Titus fue a lo biblioteca a leer su libro favorito "Dickies" la zona transmitía paz le hacía demasiado falta, pues la cena estuvo demasiado escandaloso. En el sofá comenzó a leer con tranquilidad repasando la misma historia una y otra vez, acariciando la cabeza de su perro continuó leyendo, pasando las páginas algo cayó al suelo. El animal agachó la cabeza para olfatear aquel extraño trozo de papel, el dueño rodó los ojos con molestia y levantó lo que parecía ser una fotografía. En ella estaba escrito un horario...volteando la foto dejó caer el libro por sorpresa.

Titus meneó la cola como nunca antes en su vida al ver la fotografía, Damian quedó aturdido por la alegría que su mascota tenía al ver una simple fotografía.— Como...—no sabía qué decir, recordaba la fotografía perfectamente pues él siempre lo deja en ese libro y nunca lo sacaba de ahí. Ahí estaba la única evidencia...

Tanto tiempo sin verla cerca de él que se le hacía imposible creer que es ella, la castaña sonreía suavemente mientras que sus brazos rodeaba el cuello del chico, él solo sonreía de lado mientras la miraba. En ese preciso momento quería ir inmediatamente a los demás y pelear por lo que le hicieron pasar, pero no podía...es solo una fotografía pensarían que lo alteró y de ser así lo llevarían de vuelta a esa maldita habitación.

—No. Titus quieto...—ordenó el adolescente al ver que el perro lamió la fotografía, había babeado un poco la fotografía de la castaña en ese caso Titus la recuerda perfectamente de no ser así ¿para qué menearía la cola con tal felicidad?

—¿Estás seguro de lo que haces?—sin sorpresa alguna volteó a ver el sofá donde se había sentado la castaña lo miraba con una triste mirada, levantándose de ahí fue caminado directamente al mayor que estaba cerca de la chimenea. Damian en silencio la observó moverse lentamente hasta agarrar sus manos con suavidad, la piel se sentía completamente fría, sus labios temblaban al igual que sus manos.—¿Qué tengo que hacer para que aceptes mi disculpa?...¿Tan grave fue mi error?

No tengo opción.— bajando la vista a la chimenea miró por última vez la fotografía con un profundo dolor en el pecho, a su lado escuchaba la enana aún rogar a que la perdonara de una vez por todas, no se tomó la molestia de siquiera dar una mirada.

No me hagas esto Dan.—lloró desconsoladamente la chica al ver que finalmente lanzó la fotografía a la fogata que no tardó en comenzar en deshacerse de tal preciada memoria de los gemelos.

—Tú no eres real.

Jamás se pudo sentir tan despreciado y miserable a si mismo al ver como finalmente se deshizo lo más importante que tenía en su vida, sin disculparla o despedirse debidamente. Tras un trance de limbo al ver como la fotografía se quemaba oía desde fondo a Titus chillar de tristeza tras observar a su dueño deshaciéndose de algo tan importante.

No...¡NO!— reaccionando a lo que había hecho llevó sus manos al fuego en un intento de recuperar lo suyo, recibiendo una gran quemadura en sus manos ahogó su grito y sacó de ellas del lugar, tan solo ver que solo tenía cenizas comenzó a llorar, llorar como nunca antes lo había hecho en su vida, cayendo de rodillas frente a la chimenea ardiente sus lloriqueos fueron más intensos.— Regresa...¡REGRESA!

Titus ladró con todas sus fuerzas para alertar a los demás; no había caso pedir a Natalia de regreso. Damian no hizo lo que más su hermana quería, sus acciones dieron su punto final y solo es cuestión de aceptarlo tal como está hecho, el error no lo puede corregir o curar...pues ese será la única cicatriz más grande que quedará marcado por el resto de su vida.

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