El camino de regreso a la posada me parecía distante, como si hubiese transitado por este hace muchos días, y no únicamente uno. Estaba distraído y emocionado, pensando en las Halcones, por lo que no advertí a la chica que chocó conmigo justo en la entrada del edificio.
─Fíjate por donde vas, imbécil ─ espetó la familiar voz de Kaede, quien se impresionó mucho mas que yo al encontrar nuestras miradas. Sin cuidado, me echó los brazos al cuello, comprobando que estaba completo─. ¿Dónde te habías metido, Shiina? No tienes idea de lo preocupada que estaba. Ayer te busqué hasta tarde por los alrededores... Tuve mucho miedo de que esa maldita te hubiera... ─Pero no terminó la frase, limitándose a mirarme detenidamente. Un gusano de emociones contrariadas se retorció en mi interior, que intenté disimular al devolverle el abrazo.
─Tranquila, estoy bien, ¿ves?
─Claramente ─ se quejó, tirándome ligeramente de la manga de la yukata ─. ¿Qué pasó? ¿Dónde dormiste? ¿Porqué te vistes así...? ¿Y tu vestido amarillo?
─Ah, lo olvidé ─dije, fingiendo pesar. Robin se había disculpado conmigo al comprobar que después de pasar por las garras de Aoi, la falda del vestido no tenía arreglo, y aunque me había hecho feliz usar en su lugar un traje local, deseaba cuanto antes ponerme mi pantalón y camisa europea ─. ¿Te importa si subimos a mi habitación? Te contaré todo, pero ahora necesito descansar.
Después de asearme, y recibir de la dueña de la posada una bandeja de té y dulces de arroz, me sometí al duro cuestionario de Kaede, en el que con ciertas variaciones le conté de mi estancia en la residencia Nadeshiko. Ella se mostraba mas incrédula y molesta a cada palabra, aún cuando había omitido la visita nocturna de Cuervo y mi trato con Aoi (esto porque sabía que no estaría de acuerdo en que me pusiera a realizar trabajos hogareños). Cuando al fin acabé, le planteé mis incógnitas respecto al "punto de quiebre" hace seis años, la participación del Estadista y lo ignorantes que parecían las aves de su propia condición.
─A mi no me sorprende ─resopló la brujita, jugando a lanzar una moneda al aire ─. Sin importar lo que digan los ángeles, esas mujeres no me parecen diosas. En realidad, son como cualquier humano de estas islas.
─Te recuerdo que hasta esta mañana te parecían peligrosas ─me burlé, orgulloso de desmentir ese mito respecto a ellas.
─Todavía creo que lo son ─replicó con una mirada filosa ─. Seres sin inteligencia propia son aún mas peligrosas que si fueran pensantes... Pero es bueno saber que no tenemos que entender a las aves, sino a sus amos... Y si dices que ese Nadeshiko Izumi es un vampiro, empiezo a entender porqué esta situación es tan turbia.
─Nuestra guerra con los de su especie terminó hace poco... ¿crees que quieran utilizarlas para contraatacar o...?
─Eso lo tendrá que decidir nuestra reina ─sentenció, estampando la moneda contra su pierna ─, así como qué tan confiable es la información que trajiste.
─¿Y eso?
─¿No has considerado que lo que te dijeron puede ser un señuelo? Después de todo, es parte de su trabajo mantenernos alejados, ¿porqué te darían información valiosa sin dilación? ─propuso, elevando un poco la voz. Seguramente sentía envidia por lo útil de mi investigación.
─Esas chicas no son maliciosas, necesitan de nuestra ayuda...
─Nuestro trabajo es investigar, no interferir, querido Shiina ─interrumpió, ceñuda. Mientras me terminaba el té, no le volví a dirigir la palabra, y creí que ella tampoco lo haría hasta que acercándose a la ventana, dijo: ─. Respecto al evento de hace seis años... Supongo que coincide de algún modo.
ESTÁS LEYENDO
Memorias Perdidas
Historical FictionShiina, un legendario brujo encarnado en un enclenque cuerpo humano, es elegido por su monarca para investigar el origen y objetivo de unos curiosos seres que han aparecido en una isla cercana a lo que hoy es Japón. Las llaman aves de amor. Estas hu...