23-Seth

4.1K 448 135
                                    

Suspiró.

-No necesitas saberlo.

En conclusión, no tenía la intención de contarme nada. Nunca.

Se acercó a la cocina y observó detenidamente el plato que había traído la entrañable vecina del 23.

- ¿Crees que le ha puesto veneno para ratas o qué? -pregunté.

-Nunca se sabe.

-No confías ni en tu propia sombra.

-No lo negaré.

Se sentó en el sofá. Yo en cambio rompí un pedazo de masa de la empanada y mientras lo masticaba me senté también.

-Pues no me he muerto... -dije después de tragar- será que no llevaba suficiente veneno.

Me miró de reojo arqueando la ceja.

-Ya que la has probado dime de qué es.
Ahí me había pillado.

-Está salado.

-... ¿Y ya está?

-Sinceramente no me sabe a nada si es lo que quieres saber.

- ¿Cómo qué nada?

Me encogí de hombros. No merecía la pena intentar explicárselo. Tampoco insistió.

Un teléfono volvió a sonar con un tercer tono de llamada distinto. Seth se incorporó y cogió su chaqueta. Recogió también el teléfono del suelo y empezó a sacar otros de los bolsillos interiores de su chaqueta. Cinco en total, dos de ellos smartphones actuales, junto a su cartera, un estuche negro, una navaja y la pistola que antes había visto.

- ¿Tienes todo el mercado negro montado dentro de esos bolsillos?

Intentó reprimir una sonrisa mientras ponía todos los móviles en silencio.

- ¿Quién llama?

-Trabajo.

- ¿Por qué no contestas?

Me miró seriamente y aunque en principio no dijo nada empezaba a entenderlo, esas magulladuras en su cara, ese corte en el brazo. El estado nervioso con el que había llegado, con la paranoia de ser seguido.

-Digamos que me estoy tomando unas vacaciones y no les hace gracia.

Cuando un teléfono se apagaba, otro se encendía con un número distinto llamando.

- ¿Vacaciones?

-He dimitido.

- ¿En serio?

-No es tan fácil.

Creo que por un segundo me dejé llevar por la emoción. ¿Estaba intentando dejar de ser lo que era?

Parecía cansado, más de lo habitual, preocupado incluso. Se hundió de nuevo en el sofá y apoyó su cabeza en el respaldo mirando hacia el techo blanco.
Yo continué mirando los teléfonos, recibiendo llamadas desconocidas uno tras otro. El único que no se encendió en ningún momento fue el smartphone gris con una funda protectora blanca. Debía de ser el personal o algo...

A su lado, atrajo mi atención el estuche de tela negro, que me hacía tener serias dudas acerca del tamaño de sus bolsillos. Lo cogí de la mesa y lo abrí, Seth no dijo nada.

-Oh... -no pude reprimir mi asombro.

Una máquina de tatuar, el set completo.

- ¿Lo llevas siempre encima?

-Es un recuerdo...

-Un recuerdo bastante desagradable -dije refiriéndome a la historia que me contó aquella vez.

Secuestrada (Indefensión Aprendida)Where stories live. Discover now