C A P Í T U L O V I I

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KALEN

Tengo agarrado a Zaín por el cuello de su camisola con una mano y con la otra formo un puño estando cerca de darle su merecido.

—Dejen la pelea para después. —dice Yeiron, quién está de espalda.

—Estoy de acuerdo. ¿Una carrera al Salón Real, hermanito? —propone el indecente de Zaín.

—Cállate —digo entre dientes después de soltarlo de un empujón a lo que él muestra sus dientes satisfecho de jorobarme la paciencia.

—Oye, oye ¿Y ahora quién será él que nos llama? —se lo pensó un momento y siguió hablando— Tss, no creo que sea Oziel después de la "paliza" que le diste. Seguro que ahora mismo está llorando de dolor en su cama—dice Zaín mofándose de lo que en realidad había pasado.

—¡Te callas o hago que tu cara bese el suelo! —advierto con una mirada severa pero lo ignora.

—¿No quieres un beso mío en la mejilla? —hace un gesto de labios que da asco — ¡muah!—intenta abalanzarse encima de mí pero lo esquivo con el cuerpo de Yeiron a un lado.

—Quien quiera que fuera, ya de por sí se atrevió a llamarnos, así que espero que sea importante. Hace dos días que llegamos de una guerra como para que nos molesten tan temprano. —se queja Yeiron con un poco de molestia, tomando un sendero pedregoso a mi lado.

—¿Y por qué estás aquí, cuando bien podrías estar descansando en tu habitación? —Zaín pregunta de repente con desconfianza al muchacho de cabellos ensortijados de mi derecha.

—¿Crees que podía seguir durmiendo hasta tarde con todo el escándalo que armaron las sirvientas? —Yeiron me echa un vistazo rápido —Algo se rompió en la habitación de Oziel ¿no? —pregunta pero es como si ya supiera la respuesta.

—Sí, pero el mismo lo provocó y estuvo muy cerca de acabar con la vida de Leylah. —hablo como si le siguiera la corriente mientras caminamos por un sendero libre de la hierba tupida del Gran Jardín en dirección al Salón Real.

—¿Leylah? ¿Hablas de la sirvienta rebelde? —pregunta el desvergonzado con el ceño fruncido, dudando de lo que es evidente pero desconfío de sus palabras porque él es de los que está a dos pasos por delante de ti. Y no es poco decir que además de ser inteligente, es astuto.

—Sí —asiento con un gesto impropio porque no me agrada que nombren así a Leylah pero reconozco que ese sobrenombre se lo apropió ella misma por sus actos. Lamentablemente no es la primera vez que se está en medio de líos pero nunca antes se ha lastimado. —y... estaba a punto de hacerle pagar por lo que hizo hasta que este de aquí intervino —señalo a Zaín con mi dedo índice —¿Y tú por qué siempre te metes donde nadie te llama? —pregunto con enfado.

«No me importa si las cosas con Oziel no iban como yo quería, iba a llegar a donde yo quería que llegue. Se disculparía, prometería no volverlo hacer y ahí acabaría todo... debería dejar de soñar» me regaño a mí mismo porque ahora que lo pienso con más claridad, esto fue una idea descabellada.

—Oye, yo sí estaba placenteramente descansando hasta que una de mis sirvientas me despertó. —alza sus manos en señal de inocencia. —La verdad fue que me sorprendí mucho porque parecía que ella nunca se atrevería a hablarme así. —no tengo idea de quién habla— Pero fue gracioso verla tan desesperada hasta que dijo de quién se trataba, y ahí sí, salí corriendo para rescatarte. —dijo sintiéndose orgulloso a lo que yo respondí con un bufido — Así que esta vez rechazo tu acusación de entrometido porque lo único que hice fue acudir a un llamado de ayuda. Deberías agradecerme...

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