C A P Í T U L O V I

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LEYLAH


—Yo... yo no quiero que me malentienda, Kal... —cerré mi boca en el instante en que me di cuenta de que lo iba a llamar por su nombre como lo hacía antes. Eso no puede volver a suceder, así que respiro y prosigo —Príncipe Kalen. El Rey Ladislao, su-su... su padre. —No puedo cre-er-lo, ¡estoy balbuceando en frente de él!, me detengo a tomar un último respiro —Mi manera de pensar ha cambiado y ya no veo de la misma manera al Rey ni a sus hijos. —con lo último que dije los ojos del Príncipe Kalen se entrecerraron y su ceño fruncido apareció mientras me encogía de hombros al borde de la cama.

—Sé que mi padre no siempre fue un ejemplo a seguir. Pero, aun así, fue muy benévolo con el pueblo y ustedes... —su respuesta me parecía fuera de lugar ¿Qué me quiere decir con "ustedes"? ¿Acaso estaba de acuerdo con todo el menosprecio que nosotras teníamos que sufrir para servirles?

—A mí no me da gusto la idea de ser sirvienta —susurro antes de fruncir mis labios en señal de desacuerdo con lo que acababa de hablar.

—Ni a mí la de ser un Príncipe. La vida no es justa con nadie, señorita Leylah. —responde al comentario que creí que no había escuchado.

«Me dijo "señorita"» con lo antes dicho, me despedí de mi enojo repentinamente porque no recordaba alguna vez que alguien me llamara así y menos alguien tan importante como él.

—Muchas gracias por lo de hoy y por lo de hace tres años. —le agradecí con sinceridad al Príncipe que me miró con sus ojos café claros y me compartió una sonrisa especial.

—No fue nada. —respondió con cortesía, a lo que yo recogía a un lado mi cabello negro con los nervios a flor de piel en mis manos. Esto era nuevo y si me lo ponía a pensar con claridad, también era algo muy importante para mí. De no haber sido por sus palabras no hubiera decidido llegar hasta aquí con vida y no me hubiera preocupado en pensar un futuro mejor para mí misma.

Aún tenía preguntas para él, quería una explicación para todo lo que me había acabado de pasar, ya sabía que el Príncipe Kalen es alguien muy especial además de poseer una ¿habilidad? ¿poder? Como sea, es capaz de hacer algo que nadie más en este castillo haría. Aun así, no entiendo por qué lo encierran aquí al igual que a mí. Pero esa monumental diferencia entre sirvienta y Príncipe señala que ambos estamos lejos de ser lo que realmente queremos ser y con por ese motivo decido mantenerme en silencio. No voy hablar de más si no es de real importancia, luego si tengo tiempo lo descubriría por mi cuenta.

Sin embargo, no pude continuar con la conversación ya que el Príncipe Kalen fijó su vista por encima de mi hombro y se sobresaltó un poco. —¡Sal de ahí! ¡Sé que estas espiando, Zaín! ¡Me tienes cansado! —el Príncipe Kalen se asoma por la ventana y suelta un gruñido. Se apoya en una sola mano al borde la ventana y se coloca de lado para impulsarse con sus pies y saltar al exterior de la casa.

—Está bien, me descubriste hermanito, pero... —el Príncipe Zaín abre la puerta de la habitación con las manos arriba en señal de rendición y busca con la mirada a su hermano — ¿Y Kalen?— me pregunta, a lo que yo señalo a la ventana a mi derecha.

—Yeiron... ¿viste a Zaín? —Ambos escuchamos que el Príncipe Kalen le habla extrañado al sexto Príncipe, Yeiron. Y el Príncipe Zaín se acerca a la ventana.

No puedo creer que sea tan tonto para no darse cuenta que el que escuchaba nuestra conversación no solo era Zaín sino que también Yeiron.

— Hola hermano. —la voz del sexto Príncipe surromeliano se oye cerca.

LIBERTAD LEJOS DE TÍWhere stories live. Discover now