Mistake ; Jeon Jungkook

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jeoɴ jυɴɢ ĸooĸ

Salir con Sooyun definitivamente no estaba en mis planes, pero era la única forma de avanzar para lograr lo que quería.

—¿Lo has pasado bien? —pregunté, mientras ambos caminábamos a pasos lentos.

—Mhm, gracias —respondió, con notoria timidez.

Tomé una enorme bocanada de aire antes de detenerme y hablar.

Aquí vamos, Jungkook.

—Sooyun tú... ¿Quieres salir conmigo? —pregunté, evitando que alguna mueca se formara en mi rostro.

—Acabamos de hacerlo —respondió. Y quise golpearme contra un muro.

—Joder, sabes a lo que me refiero —agregué, con el ceño fruncido— ¿Quieres ser mi novia?

Mi pregunta pareció dejarla sorprendida. Y estaba a punto de gritarle para que dijera algo.

Maldición, solo estoy haciendo el ridículo.

Cálmate, Jungkook, es por algo que deseas. Solo hay que esperar.

—¿Ha-Hablas en serio?

¡NO!

Por supuesto que no, solo quiero acostarme contigo.

—Si, muy en serio —mentí, tomando una de sus manos.

—Bueno, tú también me gustas —dijo, y un rubor se instaló en sus mejillas.

—¿Eso es un si?

¿Por qué demonios no me daba la respuesta de una vez?

Su mirada bajó a nuestras manos y asintió levemente.

De inmediato rodeé su cintura con mis brazo para ponerla más cerca de mí, y sin esperar más la besé.

Ahora podría tenerla así de cerca todas las maldita veces que se me de la gana.

—Escucha, preciosa —murmuré, una vez que nuestro beso se cortó— No vayas a mencionarle nada de esto a Jihyun. Ella va a cortarme en pedacitos si sabe sobre lo nuestro.

—Mi hermano tampoco debe saberlo, así que será mejor no dirigirnos la palabra en la escuela.

Eso definitivamente hace todo más fácil para mí.

—Bueno, aceptaré eso solo porque me lo pides —le di un corto beso en los labios y sonreí— Y perdóname por ser un idiota cuando nos conocimos. Realmente me gustabas y no sabía como llamar tu atención.

Jeon eres el jodido rey de las mentiras.

Lo sé.

—Ya se hace tarde y debo volver a casa —habló, apartándose un poco de mí.

—Vamos —asentí, tomando nuevamente su mano— Voy a llevarte a la parada de autobuses.

Caminamos solo un par de cuadras para llegar al lugar mencionado antes, y esperamos sentados un momento.

—¿Él autobús que tomo no te acerca a tu casa? —preguntó. Y aunque sabía que si, me encogí de hombros.

—No lo sé, pero no me molesta esperar así que no hay problema.

—Bien, yo ya me voy.

Miré hacia él frente y un autobús ya se había detenido. Asentí.

—Te veo mañana —susurré, antes de atrapar sus labios entre los míos.

Luego, solo esperé un par de segundos y tomé el siguiente autobús.

Quería llegar a casa a darme una ducha, cambiarme y salir nuevamente, para relajarme un poco.