XI | Gracias

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         LYANN PENSABA QUE ERA SU FIN

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LYANN PENSABA QUE ERA SU FIN. Después de años siendo la mensajera de La Muerte, ayudando a su oscura amiga a cumplir con sus actos, Lyann al fin pensó que su momento de morir había llegado. Estaba rota, magullada, sangre manaba de una herida en su costado derecho a chorros y Lyann perdía y volvía a la conciencia por momentos.

Esta vez, Gerard L'Dubbo cruzó la línea.

Mirando fijamente el techo, Lyann se echó a reír sin poder evitarlo. Era una risa borracha, inocente, mientras ella miraba el techo girar como un espiral. Simplemente... le causaba tanta gracia. Lentamente, y a pesar de que le dolía, giró el rostro y observó la celda a su alrededor y siguió riendo, porque los espirales la seguían a donde sea que mirara. Intentó reír con más fuerzas, pero sus costillas rotas no le permitieron hacer tal cosa y comenzó a toser.

Lyann se atragantó con su propia sangre. Se llevó una mano a los labios y se miró la sangre en la yema de sus dedos, y con la otra mano se rozó apenas la herida en su costado derecho. La mano estaba empapada en aquel tibio líquido rojo. Lyann se miró ambas manos y sin poder evitarlo la respiración se le aceleró, no importaba que respirar le lastimaba los pulmones por sus costillas rotas; Lyann estaba entrando en pánico.

Además de su herida superior, se estaba desangrando internamente. Sus pulmones comenzaban a llenarse con su sangre, ella lo podía sentir, porque por más que intentara, respirar se le hacía más y más difícil. Lyann dejó caer las manos y miró el techo; ya no estaba viendo los espirales, las alucinaciones acabaron. Ella trató de calmarse... pero no había razón para calmarse, nadie vendría a salvarla...

Entonces los disparos comenzaron.

Lyann mentiría si dijera que los disparos no la asustaron. Ella dejó salir un chillido ahogado y se movió por impulso con tal de protegerse, pero en vez de eso se lastimó aún más y terminó chillando y sollozando de dolor. Mientras, afuera de su celda, se escuchaban gritos de miedo, explosiones, los disparos le taladraban los sentidos a Lyann.

Ayuda —susurró, pero sus cuerdas vocales estaban tan heridas de tanto gritar que se escuchaba grave y ronca.

Lyann sollozó un poco más. Quería que la suerte estuviese de su lado y que alguien derrumbara aquella estúpida puerta para que por lo menos pudiera hacer el intento de escapar. Probablemente no duraría ni cinco minutos parada porque se desangraría en segundos, o posiblemente le metan una bala entre las cejas antes de que ponga un pie fuera de aquella celda. ¿Pero acaso importaba?

Lyann solo quería escapar.

Así que no se molestó en aguantar su grito cuando peleó por levantarse, luchando contra el dolor que punzaba, destrozaba y quemaba cada fibra de su ser. Luchó por levantarse de ese piso que ya estaba tan marcado por su sudor, lágrimas y sangre. Luchó porque quería vivir. Lyann luchó, luchó y luchó. Otro sollozo más salió de su garganta cuando por fin estuvo de pie luego de horas —días— sin levantarse, completamente incapaz de encontrar las fuerzas para hacer otra cosa que sufrir. Pero rápidamente se apoyó de la pared más cercana cuando la vista se le borró de repente y un mareo le golpeó el cerebro. Lyann jadeó, pero se obligó a permanecer consciente.

[1] Banshee | Civil WarWhere stories live. Discover now