[Cap. 62]

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El pincel pasaba como una caricia en aquel lienzo blanco, las tonalidades de colores combinaban perfectamente con aquellos ojos azules que había dibujado con anterioridad

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El pincel pasaba como una caricia en aquel lienzo blanco, las tonalidades de colores combinaban perfectamente con aquellos ojos azules que había dibujado con anterioridad. Una de sus otras pasiones era dibujar, y ahora al tener mucho tiempo libre decidió continuar con uno de sus hobbies. Un pequeño golpe se escuchó en la puerta del salón de arte. Se dio la vuelta y se encontró con T'Challa, con su típica ropa wakandiana.

―¿Puedo?

―No hay problema. ―El moreno asintió y se acercó hacia el rubio para luego ver con admiración el lienzo.

―Es impresionante.

―Muchas gracias.

―Escuché que usted suele más trabajar con lápiz ―admitió. ― Nunca pensé que sería un buen pintor.

―¿Se lo dijo Natasha?

―No, lo dijo Sam. ― ambos se rieron, puesto que el amigo de Steve solía estar bromeando por todo el lugar. ― Ahora que lo veo bien, ese rostro me es muy familiar. Ella no es...

―Así es, es solo que... ha hecho tanto por nosotros y hace unos meses logré volver a verla. 

―No creo que esto solo es gratitud. ―sugirió el monarca con cautela.― Parece más bien otro tipo de afecto. ―Steve asintió lentamente, cambio otro pincel por uno más delgado, mezcló algunos colores en su paleta hasta dejarlo en un tono rosado muy suave.

―Solo espero que esté donde esté se encuentre bien. ―pintó los labios de la joven quedando de una manera bellísima.

―Ella es muy fuerte, lo ha demostrado muchas veces. ―se puso a su lado y observó cómo había acabado su pintura de la misma Elizabeth Beckett, ahora conocida como Selina Odinsdottir ―Volverá, no se preocupe.

―Lo sé.

|1870| |Planeta Ego| 

A una distancia muy lejana del lugar del descanso de su padre, la rubia se encontraba mirando maravillada las plantas que estaba frente a ella. Había visto unas similares en un planeta, pero la verdad, es que aquellas eran muy hermosas. Apartó su vista de los planetas y soltó un suspiro de frustración, pensando en lo que había pasado hace varias horas.

―¿Cariño?  ―una voz desconocida se escuchó a metros detrás de ella― ¿Podemos hablar?

―Déjame. 

―Emma...

―Ya entendí lo que habías dicho y yo solo digo no. ―Aún se mantenía a sus espaldas, ella no quería verlo en aquel momento. ― Ya te dije mis razones.

―Lo sé, pero no me puedes negar este derecho...

―¡Tenemos una bendita eternidad! ―se levantó del suelo y lo enfrentó, viendo a un Ego completamente joven  ― Tenemos mucho tiempo...

La Hija de Odín | MarvelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora