Capítulo XIX

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Un fuerte olor me hace presionar los ojos, mis entumecidas manos empiezan a doler, y luego otras partes de mi cuerpo.

Empiezo a recapitular lo ocurrido, los frenos... Mierda.

Abro los ojos de golpe y me incorporo sobre el asiento.

—Santo Dios, ¡gracias! —exclama Matt sujetando mi rostro entre sus manos—. Mi pequeña... —Su mirada se ancla a la mía.

Sus ojos están cristalizados y empiezo a procesar todo.

Yo permanezco en el auto, el asiento está un poco reclinado, la puerta de la camioneta está completamente abierta; los de seguridad se mueven de un lado a otro, también hay personas mirando el desastre del accidente.

—¿Tú estás bien? —Me apresuro a preguntar, examinándolo con la mirada.

—Sí, pequeña, lo estoy gracias a ti —responde y besa mi frente, lo que me hace sentir aliviada.

Salgo del auto a pesar de que Matthew intenta evitarlo, siento un tirón en el cuello e involuntariamente llevo una mano ahí y al notar su mirada preocupada lo calmo al decir que estoy bien, abrazándolo con fuerza, él no tarda en corresponder.

Sus brazos me hacen sentir una seguridad inexplicable, su aroma me invade y pensar en lo que pudo haber pasado hace que quiera llorar, pero me contengo por muy difícil que sea.

Casi lo pierdo, pudimos... ¡Ahg! No, a él no le puede pasar nada, no, no y no; me destrozaría si así fuese.

Empiezo a temblar entre su abrazo, el miedo que siento es contrastado con lo refugiada que me siento con él.

—Te amo, mi pequeña —Sus palabras me toman por sorpresa y no soy capaz de responder.

Sus labios atrapan los míos y una lágrima humedece mi mejilla, pero no es mía es de él.

Correspondo y mi corazón late aún más deprisa, la mezcla de sentimientos es abrumadora; me ama, dijo que me ama...

Acaricio sus mejillas mientras nos separamos lentamente, su mirada es tan hermosa que por un momento me olvido de todo; de donde estamos, con quienes estamos y de todo lo que ocurrió y pudo suceder.

—Señorita, Mía —Escucho a una voz apenada decir a mi espalda.

Con mucha fuerza de voluntad y sin apartarme demasiado, dirijo mi atención al dueño de la voz.

—Estoy bien, en un momento hablamos —Me limito a decir.

—Es importante —insiste y me preocupa.

Suspiro y me separo del rostro de Matt sin dejar de abrazarlo de lado y frotar mi frente con la mano libre en un vago intento de mantener la calma.

—¿Qué ocurre? —expreso con preocupación.

El hombre cuyo nombre no recuerdo por el momento, alterna la mirada entre mi novio y yo. Noto que a mi pareja le molesta aunque intuyo que por las razones equivocadas.

Yo también lo observo dudosa pero termino por ajustar mi abrazo y asentir.

—Puedes hablar frente a él, no te preocupes.

El moreno asiente y se aclara la garganta.

—Como sabrá debemos informar a nuestro jefe de seguridad de todo lo que ocurra, así que eso incluye el accidente. El equipo es bastante precavido en cuanto al estado y mantenimiento de todos sus vehículos por lo que a él le pareció extraño que hubiese una falla tan grave como la que nos describió el señor Matthew —Lo observa fugazmente y yo paso saliva analizándolo—. Mientras estuvo inconsciente revisamos la camioneta y efectivamente lo ocurrido fue producto de un sabotaje —concluye con una seriedad que hace que me estremezca.

Soledad Compartida | Libro IIWhere stories live. Discover now