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-Room, Shambles.

El rubio no se molestó en levantar la cabeza y siguió mirando sus pies desnudos y llenos de suciedad que casi se camuflaban con el suelo de la cárcel con lo oscuros que se veían. Dios, el cocinero daría lo que fuera por una maldita ducha en ese momento. El sonido de más de un par de pasos lo alertó y le hizo hacer un esfuerzo para mover su cuello y ver, a través de su despeinado flequillo, como el Vicealmirante hoy venía con compañía. Aunque, a decir verdad, no esperaba ver al hombre con vestido violeta. Este, después de ser teletransportado a al otro lado de la pared del pasadizo, se quedó completamente quieto. Fujitora, con sus oídos extremadamente finos, pudo oír la respiración del rubio, irregular y un tanto frágil con solo dar un par de pasos. El pirata estaba en un estado de debilidad y vulnerabilidad bastante chocante, ya que cuando él lo conoció por primera vez era alguien seguro y con un gran espíritu.

Aún lo tenía, pero más apagado debido a su mal estado de salud.

-Kuroashi no Sanji.-dijo su nombre, caminando con su bastón guiando sus pasos hasta quedar delante de los barrotes del joven preso.

El Almirante no había olvidado su charla anterior con ese pirata para nada y, le seguía teniendo el mismo respeto a pesar de ser un criminal. Un criminal a ojos del gobierno, claro.

-C-cuanto tiempo, Fujitora.-lo saludó este, con una voz seca y desgarrada a causa de la falta de agua y de toda la energía que el pobre había gastado gritando unos días antes.

Trafalgar, por su parte, apoyó su espalda contra la pared para quedarse observando a ambos hombres hablar con tranquilidad. Sin embargo, no debía dormirse ni dejar de prestar atención a sus palabras. Siempre podría sacar algo de provecho de su conversación.

-¿A qué se debe tu visita?-cuestionó Sanji, intentando que su voz no sonara débil y pareciera firme a pesar de estar encarcelado de pies a cabeza.

-Tan sólo tenía curiosidad por saber como estabas, Kuroashi no Sanji.-le contestó el hombre ciego, con honestidad en sus palabras.

El Almirante se apoyó en su bastón para sentarse en el suelo con los pies cruzados y quedar a la misma altura que el prisionero.

-¿Y de paso, tendremos una charla?-preguntó el rubio, con sarcasmo, al ver que el marine se ponía cómodo.

-Si así lo quieres, no tengo ningún inconveniente.-contestó Fujitora, impasible.

El pirata se quedó observando la serenidad de ese hombre incapaz de ver e inclinó su cabeza hacia atrás para después soltar una risa apagada. Le gustaba ese Almirante, y mira que eso era decir mucho teniendo en cuenta que su último encuentro con alguien de su mismo rango, no terminó del todo bien para él y su tripulación.

-Entonces, ¿de qué le apetece hablar?-dijo este, con una leves sonrisa mientras movía un poco sus manos, haciendo que las enormes cadenas chocaran contra ellas y sonaran, llenando la sala de su sonido metálico.

-¿Sabes dónde esta tu tripulación?-lo interrogó Fujitora.

Sanji suspiró y miró al Vicealmirante el cual tenía sus ojos cubiertos por su gorro. Este no le devolvió la mirada a pesar de saber que unos ojos azules lo miraban intensamente.

-Le diré lo mismo que he dicho cada vez que mi querido Trafalgar me ha torturado durante toda la noche. "No tengo ni idea."-dijo, remarcando sus últimas palabras con rabia.

El Almirante ignoró su tono de voz y siguió con sus preguntas. Él comprendía el enfado que tenía ese hombre, ser torturado no era algo muy agradable.

-¿Crees que vendrán a rescatarte?

Esta vez, el pirata no pudo evitar sonreír levemente. ¡Cómo si él fuera a dudar de eso!

INFILTRADOS [Lawlu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora