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―¿Cómo la conseguiste? ―Recibo la desgastada carpeta con las manos temblando

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―¿Cómo la conseguiste? ―Recibo la desgastada carpeta con las manos temblando.

―Eso es... ―Desvía su visión―. Es algo que no puedo responderte, espero que lo entiendas. ―Me devuelve una mirada dura que me deja claro que no está dispuesto a decir más―. Tengo que adelantarte que ahí dentro sólo verás el nombre y los datos de una sola persona; la verdad es que no pude hallar información sobre tu padre biológico. Lo más probable es que la mujer que te dio en adopción actuara a sus espaldas, después de todo aquí sólo se necesita el consentimiento de la madre para llevar a cabo el procedimiento. ―Frunce los labios con evidente incomodidad―. Mira, tal vez él fue uno de los tantos que se ha desligado de su responsabilidad o, como te dije, quizá ni siquiera haya tenido la oportunidad de saber sobre ti, pero como sea que haya sido, eso explicaría que la información que encontrara sobre él fuera nula.

Sus palabras destapan aquella herida que se originó apenas me enteré de la verdad años atrás, esa misma que me había esforzado en cubrir para que nadie la notara. Ahora arde, como si hubiesen vertido ácido en ella, y no a causa de las palabras de Theo, sino que por la verdad detrás de sus conjeturas. Y cómo me gustaría que no me afectara tanto, el saber que hubo alguien, que pese a llevarte por meses dentro suyo, no quiso cuidar de ti, ni verte crecer, ni educarte, ni arriesgarse a amarte. Se supone que nadie está obligado a nada en estos tiempos, y claro que fue mucho mejor crecer lejos de una persona que no estaba dispuesta a quererte, pero ser consciente de eso... duele.

―Yo... ―Parpadeo raudamente para no dejar escapar ninguna lágrima―. N-no sé qué decir.

Él compone un gesto compasivo antes de darme un imprevisto y fuerte abrazo.

―Perdona si he sido muy brusco con todo lo que te he dicho, sé que debe ser muy duro para ti enfrentarte a todo esto. ―Se aleja y ahueca mi rostro con sus manos delicadamente―. Pero, Azucena, tú eres quien tiene el poder de determinar qué hacer con esta información ahora. Yo te la entrego porque confío en qué no harás nada irresponsable con ella. Si decides emprender la búsqueda de tu madre biológica, está bien, entenderé que es algo que necesitas hacer, pero de ser así, permíteme ser quien te acompañe, y si no soy yo, pues pídele a alguno de tus amigos que lo haga, pero por favor no vayas sola. Con sólo verte logro vislumbrar cuán duro te resulta procesar que la identidad de la incógnita con la solías vivir yace en tus manos, por lo mismo es que sé lo difícil que puede llegar a ser para ti acercarte a ella en persona, por eso prométeme que, en el caso que te armes de valor para plantarte frente a tu madre biológica, no irás sola. ―Me mira directamente a los ojos, y con suma seriedad―. Piensa frío esta vez, ¿sí?, y no te dejes guiar por impulsos, que eso sólo podría agrandar más tu pena.

El brillo de sus ojos se vuelve, en estos momentos, más encantador que nunca.

―¿Por qué tienes que ser tan bueno, Theo? ―La voz me tembló, revelando lo conmovida que estaba por sus palabras―. Ningún agradecimiento que se me ocurra podría ser suficiente para agradecer lo atento y preocupado que siempre eres conmigo.

El llanto de una Azucena© | Actualizaciones lentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora