XXI. Doku, "Veneno"

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Un aroma denso y desagradable se podía sentir fuera del recinto donde los sacerdotes al servicio del Dios Luminoso preparaban los perfumes que ofrendaban ante el altar, desde unos seis días antes, por orden del Venerable Nomori, nadie podía acercarse a ese lugar, sin importar el rango o motivo. Ni siquiera él mismo se presentaba allí. Pero, a diferencia de los demás, Nomori si tenía una razón clara para no estar en ese lugar. El motivo era Masako, quien llevaba cuatro días con sus noches, encerrada trabajando en sólo Dios sabe qué veneno atroz con los componentes que le había hecho conseguir a cualquier costo.

Pasados otros tres días, por fin la mujer salió de su encierro, en sus manos llevaba un pequeño frasco de cristal, y en su rostro el anciano adivinó una diabólica satisfacción. -Jejeje... el "Fuego Voraz" está listo, ahora es momento de que el mundo de Lady Nodoka arda...-  


La brisa fresca de la mañana saludó a Nodoka tras abrir la ventana de su habitación, la luz en su rostro era aún más intensa que en los días anteriores, pues Lord Higuchi le había prometido que para el final de ese día partirían en un viaje de unas tres semanas hacia Edo, donde el Daimio planeaba presentar personalmente los tributos de ese año al Shōgun y de paso reforzar su posición entre los nobles de la nación. Además de la emoción que conllevaba su quinto viaje a la capital, Nodoka estaba clara en que su misión allí era también la de facilitadora entre Lord Higuchi y los demás señores, gracias a sus habilidades diplomáticas. Eso le demostraba lo mucho que el noble confiaba en ella.  

La dama se pasó la mañana entera al pendiente de todos los preparativos para el viaje. Ella misma se encargó de doblar la ropa que ella y su señor usarían durante el viaje, las más ricas prendas en su posesión fueron envueltas cuidadosamente, y puestas junto a diversas plantas aromáticas, con el objeto de que al momento de ser usadas, despidieran las más agradables fragancias.

A la par, el Daimio, en persona supervisó el embalaje de los varios carros en los que se llevaría el tesoro para ofrecer tributo al Shōgun. Mientras daba los últimos toques al inventario y a la guardia que los iba a escoltar, compuesta por 600 de sus mejores samuráis y unos 150 ninjas, quienes vigilarían desde las sombras, apareció de la nada, Oishi, a su lado.

-Mi Señor Higuchi, ya está dispuesto el mapa de ruta para el viaje de ida y vuelta, con las alternativas en caso de ataque o imprevistos, ¿Tiene usted alguna otra instrucción para el Shadōchīmu?  

-Si Oishi...- el Daimio miró fijamente a su confiable ninja y directamente preguntó: -¿Si estuvieras en mi lugar, llevarías a la fierecilla como la escolta de Nodoka?-

-Indudablemente Mi Señor- La respuesta de Oishi fue rápida y firme, -Yui está plenamente preparada para proteger a Mi Lady Nodoka... durante los últimos meses su habilidad de combate ha crecido exponencialmente, y ya no sólo es hábil con la katana, sino que tiene más recursos de los que yo mismo esperaba...- En ese momento, por la memoria del ninja cruzó la ocasión en la que lo sorprendió con un beso en pleno entrenamiento, -Además creo que este viaje le brindará confianza en sí misma y le ayudará a entrar en conocimiento del entorno por el cual deberá moverse como sirviente de Mi Lady...-

-Eso es excelente... entonces quiero que la prepares adecuadamente para el viaje, con los pertrechos que creas convenientes, pero recuerda que ella debe verse como una dama de compañía común, no como una ninja. Tan pronto esté preparada, haz que venga ante mí- 

Oishi desapareció de la misma forma en la que apareció.


Dentro de la sala de entrenamiento del Shadōchīmu, la bella y pequeña jovencita practicaba el lanzamiento de kunai hacia varios blancos a más de 30 metros de distancia. Daba gráciles y veloces saltos mientras acertaba todos y cada uno de sus objetivos. -¡Genial! ya logré acertar todos los blancos en apenas un minuto y medio... pero el Maestro Oishi quiere que lo haga en 30 segundos...- la muchacha suspiró un tanto desanimada pensando en lo extremadamente lejana que estaba esa marca para ella. El sudor en su frente no le quitaba para nada la gracia, por el contrario, le daba un toque ligeramente salvaje a su estampa, con la mano derecha deslizó un par de mechones rebeldes de su cabello por detrás de la oreja conforme caminaba hacia los blancos para recuperar las armas arrojadizas a las que tanto aprecio venía tomando.

SHIRO NO HANA "LAS FLORES DEL CASTILLO"Where stories live. Discover now