SHIRO NO HANA "LAS FLORES DEL CASTILLO"

XI. Kokoro no negai "Deseos del corazón"

-No entiendo por qué llamé a Mi Lady Nodoka de ese modo..., pero debo admitir que se sintió como si me hubiese liberado de una pesada carga. Ahora sé que es ella con quien he soñado por todo este tiempo, pero eso no me da ninguna pista sobre qué debo hacer con esta situación, y menos aún con esto que me está haciendo sentir. Además, aún con las lágrimas en sus ojos, las ojeras y el evidente cansancio en su rostro, no puedo dejar de pensar en lo bella que es.  

Yui salió de sus pensamientos, al darse cuenta de que sus heridas estaban sanadas casi por completo, y que la habitación entera estaba plagada de fragantes rosas, las cuales aún no alcanzaban a opacar ese aroma que se había vuelto tan significativo para ella: el aroma de Nodoka.

Trató de ponerse en pie, pero antes de que siquiera lograra mover una de sus piernas, un tropel de gente apareció en la puerta del cuarto, Lord Higuchi, Haruka, Oishi y Nodoka.

-¿A dónde piensas que vas fierecilla?, apenas si saliste viva de tu encuentro con los rufianes de Honke...- el tono afable de Lord Higuchi lo hacía ver más como un hermano mayor preocupado que como un Daimio.

La siguiente en hablar fue Haruka, quien con su timbre maternal, conminó a Yui a permanecer acostada. -Niña, no hagas movimientos bruscos, llevas casi seis días en cama...-

-¿Sabes niña? Eres buena, recupérate pronto para que te enseñe a luchar como un ninja, casi mueres por usar el estilo samurái...- El comentario de Oishi ocasionó que Lord Higuchi frunciera el ceño.

Yui sólo pudo corresponder a sus amables gestos y palabras con una media sonrisa, pues estaba realmente cansada y quedó confundida al ver que Nodoka no le dedicó una sola palabra y más bien lucía irritada. 

-Mañana vendré para darte tu lección de caligrafía... al final de cuentas debes parecer una dama y comportarte como una dama para que seas mi escolta. Nos vemos al amanecer.- Sin más ni más Nodoka salió de la estancia.

-Otra vez con este tono frío y su temperamento de grandeza... ni creas dama de blanco que me voy a rendir. Ya entendí que debo acercarme a ti.

Nodoka voló hasta su aposento, le urgía estar sola para poder aclarar sus ideas, que tenía hechas un ovillo por cuenta de lo sucedido unos días antes. Además, luego de informar a Lord Higuchi acerca de la mejoría en la condición de Yui, se sintió como si le hubiesen caído encima cientos de piedras de molino, entonces recordó que en casi seis días no había comido ni dormido. Llamó a dos concubinas de menor rango, a quienes les ordenó que le prepararan un baño con hierbas y aceites medicinales, y que a la brevedad le trajeran algo de comida.  

Luego de una frugal colación, apenas suficiente para calmar los rugidos de su estómago, Nodoka se desnudó despacio e ingresó a la tina que ya estaba dispuesta para ella. En un acto impropio de ella, le ordenó a las subalternas que se retiraran, que se encargaría sola de su ritual de aseo y purificación. El contacto del agua caliente fue soltando sus músculos, tensos por la agonía vivida mientras que las esencias aromáticas lentamente liberaron su poder, haciendo que la dama se perdiera dentro del laberinto que era en ese momento su alma.

Era una una preciosa mañana de verano, todo alrededor de ella era alegría, presurosas y pletóricas de energía, una docena de sirvientas se movían procurando que cada detalle de la preciosa dama estuviera perfecto.

-No puedo creer que este día haya llegado al fin... te casarás con Mi Señor Higuchi.- La matrona Haruka atendía con especial esmero a Nodoka a la par que se aseguraba de que el elegante y angelical vestido de novia estuviese sin mancha alguna. Otra subalterna se encargaba de peinar primorosamente el cabello castaño de la novia y ajustarlo con pequeños broches de oro e incrustaciones de perlas. Por último una de las sirvientas puso en manos de la dama un pequeño frasco que contenía el delicado, poderoso y caro perfume de rosas que era elaborado bajo supervisión de Nodoka en el castillo.