Capitulo 1.

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Les presento aquí arriba al bombón de Austin. <3<3

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-Maletas. Listo.
-Laptop. Listo.
-Ipad. Listo.
-Pasaporte. Listo.
-Pasaje de avión... ¿Pasaje... oh, ahí está. Listo.

Bueno creo que tengo todo. Fui hasta la cocina y me prepare un desayuno. Mi último desayuno en Florida. Ya que desde mañana el resto de mis desayunos por los siguientes dos años serían en California, y al siguiente en Nueva York. Bueno... si consigo entrar a la universidad.

Hice mi especialidad -y de hecho era lo único que sabía cocinar-, un sándwich de mermelada y mantequilla. Me tomé un vaso de leche y cuando estaba por terminármelo sentí la mirada de alguien sobre mí.

Me volteé y tenía a mi mamá con su cara fulminándome parada a un lado de la puerta.

-Buenos días para ti también. -Dije sarcástica terminando de beber mi leche.
-Creí que ya te habrías ido.
-Estoy en eso. -Dije levantándome.- mamá yo quería ped...
-Solo vete Carter. Vete con tu padre, que estuvo ignorándote durante todo este tiempo mientras yo te cuidaba. -Rodé los ojos. Querrás decir, me mantuviste alejada de mi padre y hermano mientras te revolcabas con tu jefe.
-No quiero pelear contigo mamá. Vendré de visita en Navidad. Adiós.

Me despedí de ella. Tomé mis maletas y me fui en un taxi hacia el aeropuerto. En menos de seis horas estaría viendo a mi hermano mayor y a mi papá, solo espero que alguno recuerde ir por mí al aeropuerto y no tenga que caminar como aquella vez en navidad.

¡Todavía que yo iba a visitarlos, me hacían caminar hasta la casa! ¡Y tenía doce años! Joder.

Seis horas, dos libros, y treinta y siete canciones después... estaba bajando del avión en California. Yeah bitches, estoy en Los Ángeles.

A corta distancia pude ver un enorme cartel que decía:

Bienvenida Tina, te amamos tu familia.

Lleno con globos, serpentinas y hasta los abuelos estaban sonriendo y bailando. Y junto a ellos estaban mi papá y hermano con un pequeño cartel que decía Carter, con letra ilegible. Corrí hacia ellos y los abracé a ambos dejando la maleta a mitad del camino.

-¡Joder mira que grande estas! -Chilló Austin abrazándome más fuerte.- ya no eres una niña. Tendré que echar un ojo en ti
-Austin... hermanito, no... no respiro. Aire. Aire. -Comencé a suplicar y me soltó, respiré exageradamente y luego abracé solo a papá.- de verdad los extrañé mucho a ambos.
-Y nosotros a ti cariño, ¿Cómo está tu mamá? -Preguntó papá mientras tomaba mi maleta.
-Pues está cabreada porque vine a vivir aquí, pero supongo que bien.

Me encogí de hombros y comenzamos a caminar hacia fuera del edificio donde esperaba tuvieran un coche o por lo menos un taxi esperando. Mamá siempre estaba cabreada, no era algo inusual. Nos subimos al auto de papá y en veinte minutos estábamos en la casa de mi infancia.

Sí que había extrañado este lugar. La casa estaba exactamente igual a como la recordaba. Excepto el vecindario. No estaban mis vecinos de antes, a esta gente no la conozco. Recuerdo que a mi izquierda estaba la casa de los Stuart, y tenían un limonero en el patio trasero.

Recuerdo que Austin y yo robábamos algunos para hacer limonada y luego venderla. Ahora ese limonero ya no está.

-Tu habitación está exactamente a como la dejaste, cariño. -Dijo papá abriendo la puerta de mi vieja habitación.

Dejándome ver las paredes color de rosa, mis muñecas favoritas, ropa de cuando era pequeña. Todo en su lugar, me acerqué a la ventana. También recuerdo que siempre que miraba por ella, podía ver a su habitación. La habitación de mi mejor amigo.

Ahora solo se veía una cortina azul a cuadros donde seguramente ahora dormía un adolescente alterado. Espero que no escuche música por la mañana o por las noches porque me levantaré y le tiraré con un zapato.

-Dejaremos que te acomodes.
-Sí y no tardes o te perderás de la sorpresa.
-¿Qué sorpresa?
-¡Austin silencio! Nada hija, tú solo sigue desempacando. Volveremos más tarde.

Sonreí y comencé a convertir aquella habitación de una niña de seis años en la de una adolescente de dieciséis. Cuando finalmente quedó como mi otraa habitación en Miami, noté que aún no había cambiado las cortinas.

Estaban esas pequeñas cortinas con unicornios violetas y amarillos. Las descolgué y puse unas cortinas rojas que tenía guardadas en mi maleta.

Cuando fui a colgarlas en la ventana vi que las cortinas azules de la casa de al lado estaban abiertas, podía verse la habitación de un adolescente y de hecho, podía verse a ese adolescente.

Solo que estaba de espaldas. Usando unos bóxer, y solo eso. Me quedé embobada ante tal vista, es decir, no siempre tienes la oportunidad de ver a tu vecino en bóxer. Y no le quedan mal.
El muchacho tendría mi edad, tal vez, era alto... como un metro ochenta, con el cabello castaño, no podía verle los ojos porque estaba de espaldas, pero debo decir que tenía un firme trasero. Lo felicitaría, solo por eso.

El chico se volteó, tomando unos jeans que había sobre su cama y luego levantó la vista hacia donde yo estaba. Comiéndomelo con la vista. Y por supuesto él lo notó, me puse como un tomate en ese instante y más aún cuando me saludó sonriendo.

Seguramente me puse aún más colorada, colgué rápido la cortina

Busqué a mi hermano y padre, y los encontré a ambos jugando ajedrez en la sala.

-¿Ajedrez? ¿De verdad? ¿Tienen 17 y 38 o ambos 89?. -Me quejé.
-Shh... ya casi le gano. -Dijo Austin moviendo una pieza, y luego papá movió otra tirando su reina.
-Jaque. -Musitó papá y Austin bufó.- bueno, ¿Qué quieres hacer hoy? Acabas de llegar, ¿Qué dices si vamos a cenar a tu lugar favorito?

Dijo papá mirando su reloj en la muñeca.

-¡Sí, Burger Kings! -Chillé de alegría mientras Austin se quejaba. Yo era más de hamburguesas Burger Kings y Austin, era más de McDonald's.- eres el mejor papi.

Sonreí abrazándolo y mostrándole la lengua a mi hermano.

-Te odio.
-Me amas.



Just Friends  -Editando-Where stories live. Discover now