Capítulo 11 - VeranOT parte 3

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NATALIA

Dormitorio, casa de campo.

Me desperté con un suave olor a café y la barbilla húmeda. Había babeado la almohada, algo que sólo me pasaba cuando dormía más horas de lo habitual. Me froté los ojos y me quedé mirando el techo todavía adormilada. El ventilador estaba encendido, qué raro, no recuerdo haberlo dejado puesto anoche. Entonces recordé la conversación con Alba, quejándose del calor y de no tener aire acondicionado. Esbocé una sonrisa y me quedé un rato viendo las aspas girar. Mierda. Mierda. Mierda. Recordé lo que había ocurrido justo antes de irnos a dormir. —¿Lo habré soñado? No... No... Lo recuerdo perfectamente — me llevé la mano a la boca y acaricié la superficie de mis labios, notando la respiración sobre los dedos —¿Y si hablo con ella? ¿Se acordará de lo que hizo? Primero debería asegurarme de lo que recuerda. O mejor aún, de no acordarse de nada.

Apagué el ventilador y me levanté de la cama. Abrí la ventana de par en par para airear la habitación, de la que emanaba un ligero olor a alcohol, y me dirigí al baño. Al dar dos golpecitos escuché la voz de Miki avisándome desde dentro. Tendré que ir al de abajo. Los escalones de mármol me refrescaban los pies a cada paso. En el sofá estaban Alba y Damion conversando alegremente sobre el casting que habíamos tenido unos días atrás.

—Buenos días... —mi voz ronca llamó la atención de ambos, que se giraron a la vez.

—¡Buenos días Nat! — sentí la voz rasgada de Alba como una caricia.

Me quedé unos segundos de pie, observándolos con la sonrisa atrapada por el sueño. Las marquitas oscuras bajo los ojos de Alba le daban ese toque de ternura extra que ya de por sí formaba parte de su persona. Me imaginé lo maravilloso que sería levantarse cada día en la academia y ver unas sonrisas tan armoniosas.

—Hay café recién hecho, por si te apetece — me ofreció levantando su taza.

—Ay sí, muchas gracias. Pero antes voy a lavarme la cara.

Nada más entrar en el baño escuché a Miki salir del otro. Abrí el grifo y me refresqué la cara, observando el agua escurrirse hasta mi barbilla. De fondo se escuchaba la historia que Miki estaba contando en el salón. Al parecer Joan se había pasado toda la noche roncando como un oso y tuvo que levantarse a coger los tapones. Al mirarme en el espejo volvió a inundarme la incertidumbre sobre el beso y me quedé pensativa hasta que escuché las carcajadas en el salón. Miki se había puesto a recrear, con un acento ruso muy marcado, una situación enormemente divertida. La risa de Alba era tan contagiosa que aunque hubiese sido una historia horrible yo habría acabado riéndome igual. Salí del baño, me eché una buena taza de café y me senté al lado de Miki, justo enfrente de Damion y de Alba.

—Buenos días Natalita — dijo Miki dándome un beso de abuela —ay que ver lo guapa que estás recién levantada.

—¿Yo? Pero si parezco un puto fantasma —el simple hecho de saber que Alba había escuchado el comentario de Miki me avergonzaba. Me sentí aliviada al ver a África bajando por las escaleras. La morena tiraba de María, quien apenas podía mantener los ojos abiertos.

—No sabes cuánto te odio ahora mismo —se quejó la rubia tapándose la cara con la mano que tenía libre.

—Yo también te amo, cariño —respondió África con ironía sentándose al lado de Damion.

—Mari, he hecho café, por si — antes de que Alba acabara la frase María se tiró a su lado y la abrazó.

—Alba, a ti sí que te quiero.

—Eres una zorra.

Todos empezaron a reírse con el insulto de África. Real que éstas dos parecían un matrimonio.

Mi luz eres tú // ALBALIA // NATALBA // ALBEILANWhere stories live. Discover now