Capítulo 10 - VeranOT parte 2

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ALBA

Casa de campo

Tres, dos, ¡uno!, Natalia y yo saltamos a la piscina. Sentí cómo la gravedad tiraba de mis pies, desesperada por engullir mi cuerpo. Siempre disfrutaba al máximo cada segundo que pasaba dentro del agua. Era liberador. Me sentía tan ligera que incluso las preocupaciones conseguían flotar a mi lado. Salí a la superficie y apoyé los brazos en el filo de la piscina, esperando a que la chica de casi metro ochenta asomara la cabeza.

—¡Ufff! Qué gustazo... — echó la nuca hacia atrás y cerró los ojos. Me quedé observándola durante unos segundos, admirando las formas que configuraban su rostro. Aparté la vista nada más ver que nadaba hacia mí. Apoyó los brazos imitando mi postura y se recolocó el flequillo.

—¿Pero quieres dejarte el pelo quieto por una vez? —le reñí frotándole la cabeza con fuerza para despeinarle el pelo mojado.

—¡Ah! ¡Estate quieta! ¡Para! ¡PARA!

De pronto noté unas manos haciendo presión sobre mis hombros. Miki y Joan se habían colocado detrás de nosotras y nos habían hecho una ahogadilla a la vez. La guerra acuática había comenzado. Nos pasamos un buen rato echándonos agua, Natalia era muy competitiva y se picaba con facilidad, por lo que se había tomado el juego muy en serio. Joan y Miki no paraban de reírse de las caras que ponía Natalia y yo observaba la situación sin poder controlar las carcajadas que me salían del pecho. De pronto se cortó la música que Miki había puesto en el móvil y sonó el tono de llamada.

—¡Ostia! ¡María! —salió chorreando de la piscina, intentando cogerlo antes de que se cortara.

Cuando colgó dejó el móvil sobre la encimera de obra y se pasó la toalla por todo el cuerpo. Se sacudió la cabeza como un perro y todos nos reímos de su pelo alborotado.

—María me ha echado la bronca del siglo porque ninguno de NOSOTROS le hemos respondido por el grupo.

—Mierda, me lo he dejado arriba —respondió Natalia.

—Yo también — le puse cara de pena a Miki, quien soltó un bufido.

—¿Y tú qué? Cúrrate la escusa. — Miki miró fijamente a Joan.

—Lo tengo ahí, en silencio —respondió con toda la tranquilidad del mundo.

—Qué desastre. —Miki soltó la toalla y se colocó las chanclas.

—¿Qué te ha dicho? —pregunté acercándome a la escalerilla.

—Me ha pedido la dirección exacta de la casa, el googlemaps las ha dejado tiradas en lo alto de un monte, les he dicho que den la vuelta y que ahora les llamo para intentar guiarlas.

—¿Y si nos subimos a la azotea a ver si las vemos? — propuso Joan.

—Ni de puta coña ¿sabes el calor que hace ahí arriba? — Natalia frunció el ceño.

—A ver, yo creo que si Miki ha podido llegar...  —busqué la mirada cómplice de Natalia — sabrá cómo guiarlas.

¡Pi! ¡Piii! El sonido del claxon nos sobresaltó, paralizando la discusión.

—¡Abriiid hijos de puta! — la voz de María era inconfundible.

Miki salió corriendo para abrir la verja y los demás nos colocamos las toallas para no mojar toda la casa.

—Adivinad a quién me he encontrado por el camino — la adivinanza de María nos hizo soltar una lista de nombres que fuimos chillando hasta que al fin se bajaron del coche. Eran María, África y Damion. Todos nos lanzamos a abrazarlos para darles la bienvenida.

Mi luz eres tú // ALBALIA // NATALBA // ALBEILANWhere stories live. Discover now