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Desde que las cosas habían empeorado y encontrar a Dean no había sido la solución, todos manejaban las cosas como podían. Por tu parte, tu forma de afrontar la situación era dentro de las paredes de la cocina del búnker. Sin mentir, horneabas alrededor de 6 bandejas de galletas a diario, o si no eran galletas era pie o pastel. Cocinar te ayudaba a mantener tu mente distraída. Las opciones que Sam y tu pudieran pensar no funcionaban, lo que los dejó con el plan de emergencia, la sangre. Tal y como lo habían hecho con Crowley anteriormente. Sam se estaba haciendo cargo el solo, pues al principio cuando los dos habían intentado hablar con Dean sólo obtuvieron que les soltara un montón de cosas hirientes, el menor de los hermanos se había preocupado por ti. Con el tiempo que llevabas a su lado, Sam se pudo percatar de lo mucho que te parecías a su hermano; a tu corta edad de 18 años habías tenido una vida dura, pasado por cosas difíciles y estaba claro que nada de eso lo habías superado. Preferías guardarte todo y simular que no te importaba, ponías los sentimientos de los demás antes que los tuyos, esa era la verdad. Sacándote de tu estado y viendo la expresión en tú rostro Sam le dijo a Dean que era suficiente. Una vez fuera, huiste a tu habitación. En los últimos días, habías intentado evitar esa charla con el castaño, alegando que se debía resolver un problema a la vez, y el más grande ahora era deshacerse del demonio que estaba en lugar del rubio. Dejaste la bandeja en la mesa, apagando el horno después y quitándote tu guante. Suspiraste dándote cuenta de lo cansada que estabas, cerraste los ojos un segundo, recargándote en la mesa y disfrutando la melodía de la canción que se reproducía en tu Ipod. El sonido de unos pasos apresurados te hicieron abrir los ojos.
—¿Qué sucede?.- Preguntaste confundida, al ver a Sam con expresión preocupada en el marco de la puerta.-
—Dean no está.
—¿Cómo que no está?
—Uh,no lo sé. Cuando regresé él había...
—¿Lo dejaste solo?.- Preguntaste interrumpiéndolo, Sam hizo una mueca y guardó silencio. Soltaste el aire que no sabías que estabas conteniendo y hiciste el ademán de salir a buscarlo pero Sam te detuvo sosteniendo una mano frente a él en señal de que pararas.-
—No, tú quédate aquí. Yo iré a buscarlo.
—No voy a quedarme aquí.- Aseguraste.-
—Sigue en el búnker, y es peligroso.- Soltó un suspiró, y luego te nombró. —Es enserio. Cas viene en camino sólo...mantente a salvo y lejos de Dean.
Te dirigió una mirada antes de darse media vuelta e ir en busca de su hermano. Y la verdad es que no lo pensaste demasiado, una vez que para tu percepción Sam ya había llegado lejos, cruzaste la puerta saliendo de la cocina. No sabias como rayos ibas a poder detener a Dean, te quedaba claro que ni en un millón de años podrías ganar una pelea contra cualquiera de los Winchester, sin embargo ganar tiempo era algo que se veía como una posibilidad.
