Me senté en la cama y observé mi mesilla. Había una foto antigua de mis padres sonrientes y juntos dándole la mano a una Brooke muy pequeña y feliz.

"Si hubieras sabido lo que pasaría después..." susurré mientras acariciaba el cristal del bonito marco.

Cogí mi móvil.

16 llamadas perdidas de Adam, 34 mensajes de texto y 3 mensajes de voz. Lo borré todo y apagué el móvil para evitar la tentación de responder a una de sus llamadas y decirle –gritarle– lo capullo que era.

Abrí el primer cajón de mi mesilla y metí el móvil. En eso palpé la carta de mi prima Lucy.

Una idea pasó veloz por mi cabeza y no pude detenerla. Por mucho que lo intentara, mi cabeza ya estaba buscando una salida, un plan de escape, algo... Algo. 

"Querida prima Brooki:

¡Cuánto tiempo! Espero que la tía y tú estéis muy bien. Siento mucho lo de tu padre...

Te escribo para decirte lo muchísimo que te echo de menos y lo tantísimo que te quiero, y también para proponerte algo que sé que rechazarás al 100% porque eres incapaz de alejarte de tu madre... Pero aún así, te lo diré: He encontrado un apartamento acorde a mi, ¡por fin! Y estoy muy a gusto y feliz, pero me siento sola a veces, así que... ¡Quiero que vengas a verme! Unos días, unas semanas, unos meses e incluso unos años. Podrías aprovechar para cambiar de aires; nuevas compañías, nueva casa, nueva Brooki, y ¿qué mejor lugar que Canadá junto a tu prima favorita del mundo?

Sé que me mandarás una negativa, pero piénsalo al menos. Por favor [...]"

La recibí hace unos días, cuando no me hubiera replanteado alejarme de Londres por nada del mundo. La primera vez que la leí me reía de lo mucho que me conocía mi prima: iba a recibir una negativa total. Pero aquello fue días antes...

Mi prima Lucy y yo apenas nos llevábamos dos años. Cuando éramos pequeñas nos pasábamos días enteros jugando juntas, siempre habíamos sido como hermanas. Uña y carne. Ella vivía con mis tíos en Londres. Hasta que... hasta que ellos murieron.

Se tuvo que alejar de aquí.

A Canadá.

Mis pensamientos volvieron a la fugaz y descabellada idea y mientras mi cabeza estaba en una constante negación, mi corazón me gritaba: ¡HAZLO!

Estaba en mi último año de instituto y luego vendría la carrera. No sonaba mal comenzar lejos.

Además, mi madre estaba comenzando otra nueva etapa de su vida, una que la hacía parecer la mujer más feliz del mundo.

Aquel fue el empujoncito que necesitaba para bajar corriendo las escaleras hacia la cocina.

—Mamá... —susurré jadeando al llegar.

Se dio la vuelta asustada mientras posaba su mano en el pecho.

—¡Qué susto! —gritó sorprendida— ¿Qué pasa, Brooke? ¿Estás bien?

Titubeé.

—Sí, sí, sí... —contesté rápido.

Allá voy:

—¿Te acuerdas de la carta de la prima Lucy? —solté de golpe.

—¿La que llegó hace unos días? 

Asentí.

—Sí, claro. ¿Por qué? ¿Le ha pasado algo?

Su cara denotaba confusión y preocupación a borbotones.

—Está bien, solo que... Me preguntó si querría irme un tiempo con ella a Canadá...

No tuve que decir nada más. Me miró y lo entendió todo.

Se acercó a mi y me rodeó con sus brazos.

Jamás hubiera podido pensar siquiera en dejar a mi madre. Pero ella tenía ahora a Ben. A Ben y un futuro prometedor sin mi padre y sin todo aquel dolor que había cargado durante tanto tiempo.

—Haz lo que tengas que hacer, cariño —susurró cariñosamente sobre mi pelo—. Te apoyaré pase lo que pase y decidas lo que decidas. Siempre lo haré.

Sabía que aquello le dolía más a ella que a mí, pero en aquel momento, allí, entre sus brazos y aguantando el dolor del fondo de mi pecho, sabía que ya había tomado una decisión.

Estaba decidido.

Me iba a Canadá.

***

Toda la tarde, 10 llamadas más de Adam, 18 de Amy y un mp3 salva vidas después, me encontraba tirada en la cama escribiéndole a mi prima por WhatsApp.

Había hablado con ella por teléfono y había gritado de alegría cuando supo que me iba a Canadá con ella por "tiempo indefinido".

¿Os preguntáis que pasó en la comida con Ben? Simplemente os digo que, en aquel momento, supe de verdad que dejaba a mi madre en buenas manos.

—Así que te vas a Canadá... —había dicho él en mitad del segundo plato.— Es una pena, esperaba verte muy a menudo.

Sonreí un poco.

—Espero que cuando venga de vuelta sigas aquí.

—Yo también lo espero —contestó sonriendo mientras pasaba su brazo por encima de la mesa y cogía la mano de mi madre.

Y bueno, no hay mucho más, solo debéis saber que era un buen tipo.

Mientras recordaba la agradable comida, recibí otra llamada de Adam. Agarré el teléfono con nerviosismo y su foto apareció en la pantalla, parpadeando.

Cerré los ojos y con toda mi fuerza de voluntad dejé el móvil de nuevo en la cama.

También me había dejado muchos otros mensajes por WhatsApp, hasta que simplemente le bloqueé.

No quería hablar con nadie. No quería en ese momento.

"Mañana será un día largo..."

Me quité mis cascos y, apoyándome suavemente sobre la almohada, me dispuse a dormir.

No pude.

Esa noche el futuro me atormentaba más que el pasado mientras las gotas de agua golpeaban con fuerza el tejado y el viento mecía las ramas de los arboles casi con ternura.

El sonido me acompañó toda la noche haciéndome sentir aún más sola.

Déjame hacerte feliz (ACABADA Y EDITADA)Where stories live. Discover now