CAPÍTULO XVI: CRISIS Y ENCUENTRO DE DOS CONQUISTAS

6K 453 29
                                    

Sentí como la sala se llenaba de ruidos, eran los imbéciles de mis compañeros molestándome. No me había percatado de que prácticamente todos sabían de mi historia con la —ahora conocida— Sofía Robles, lo cual era complicado, ya que la mayoría, aunque no fueran unos completos homofóbicos, si eran irrespetuosos y burlones con las relaciones amorosas de las personas, sobre todo si se trataba de mí, y claro, también de mi sexualidad, porque ¿a quién no le llama la atención que una chica esté con otra, en pleno siglo veintiuno? Claramente, a los de mi curso si, lamentablemente.

—Ataca po Adriana, ¿no que muy coqueta? —escupió Alonso—. Dale, nunca es tarde para un remember, ¿cierto cabros?

Mi respiración se agitó inesperadamente, sentía lo que se avecinaba, aunque debo admitir que hace tiempo no me ocurría lo mismo, mierda. Comencé a moverme lo más rápido para salir de la sala, aunque ni siquiera le hubiera preguntado a la profesora si podía retirarme por un momento, simplemente no podía hacerlo. Sólo escuché a uno de mis amigos gritarle un insulto a Alonso, supongo que fue Enrique o Fernando, no lo sé, después vi como Fuentes corría tratando de alcanzarme. Finalmente, todo se volvió negro por un rato.

Hace años no sufría una crisis de pánico, de hecho, ni siquiera logró recordar qué había causado la última. Según los doctores no era demasiado propensa a esto, pero frente a grandes situaciones de estrés, como la ocurrida con la llegada de Sofía, podría ocurrir.

Desperté al rato después —según yo—, aunque en realidad habían pasado cerca de quince minutos y me encontraba en la enfermería del colegio. Por suerte los inspectores estaban bastante preparados para situaciones de índole médica —si es que se le puede llamar así—. Al abrir los ojos, tuve suerte de encontrar los ojos más expresivos del Universo, mi profesora de artes estaba mirándome atentamente. Esa mirada que mezclaba temor, preocupación, pero a la vez un poco de alegría al verme despertar, me llenó el alma, definitivamente no podría existir nada más profundo para apreciar y tratar de descifrar.

—Mas vale que ni se le ocurra moverse, señorita Echeverría —susurró Lara, evitando que me levantara.

—Fue una crisis de pánico, ¿cierto?

—Exacto. Aunque en realidad mucho detalle no sé, se supone que debería estar en mi oficina planificando o revisando evaluaciones, pero estoy acá, contigo —respondió, riendo suavemente.

—Hace años no paso por esto... —suspiré—. ¿Cómo no te dicen nada por estar acá?

—Es un secreto, pero, podría decir que tienes competencia... —me miró con una expresión alegre—. La enfermera me adora, en serio.

—Ni creas que me pondré celosa, Faúndez —dije evitando mirarla, claramente en broma, si, claro—. ¿Qué haces perdiendo el tiempo conmigo, entonces? Ándate con la enfermera po.

Lara me besó inesperadamente en ese momento y fue como volver a tocar el cielo, realmente la mujer era de otro planeta. Si todos sus besos sabían a gloria, jamás podría cansarme de unir nuestros labios.

—Sabía que eras celosa, Samanta Echeverría, pero te pasaste —rió despacio, aún muy cerca de mí—. Mejor cuéntame qué pasó... recuerda, no sé nada. 

¿Contarle o no? Obvio, contarle, no es como si yo misma temiera volver a sentir algo por Sofía, de hecho, está mas que claro lo desagradable e inesperada que me pareció su llega ­—y regreso, mas bien—, pero aún así, sabía que Lara podría desconfiar de eso, es decir, tampoco la podría culpar, apenas nos estamos conociendo, no sabemos nuestros límites, aunque Lara ya conoce un poco de mi pasado amoroso.

Mierda, Sofía de nuevo, ¿por qué justo tenía que regresar ahora?, peor aún, ¿por qué a mi colegio?, claro, para joderme la vida. Es probable que aún no madure, se haya quedado estancada o algo, que no es capaz de asimilar lo incómodo que es elegir el mismo colegio donde está tu ex, o sea, dos dedos de frente para no verlo. Tal vez piensa que puede volver y retomar todo, desde donde lo había dejado, como si los años no hubieran pasado, como si las cosas no cambiaran. No, tenía que dejar claro que ya no estaba interesada en lo más mínimo, y que no era su juguete como para que vuelva y haga lo que desee conmigo, no, claro que no, nadie juega con Samanta Echeverría.

 —Bueno, es una historia sumamente bizarra... —anuncié—. Abre tu mente, más de lo que ya está, por favor.

—Ay, demás ni siquiera es bizarra, debe tener todo el sentido del mundo —respondió Faúndez—. Tú tranquila, soy toda oídos. Ah, por cualquier cosa, prometo no reírme.

—No seas idiota, Faúndez —dije fingiendo enojo y recibiendo un corto beso por parte de la mujer que tenía frente a mi—. Así está mejor... Bueno, todo empezó así, llegué al colegio, para serte muy sincera, llegué con la caña, anoche tuvimos una junta tranquila con los chicos.

—Hmmm... si, es mas o menos bizarra, ya entiendo.

—Ya, obvio todos estábamos con dolor de cabeza y todo eso, típico, obvio. Entonces, llega la Vero Fuentes, para dar la clase, pero antes dice que iba a llegar una alumna nueva y todo, eso, no me importó —conté de la forma mas práctica posible.

—No estoy entendiendo mucho, pero sigue...

—Yo estaba conversando con los chicos, y llega el inspector, sale la profe y así pasó un rato, hasta que entra esta mujer con una chica a su lado, hasta ahí ni siquiera me interesó verle la cara a la chica... El caso es que, llegan ambas al frente, y por fin logro verle la cara.

—Y la conocías, te impresionó la coincidencia, ¿y por eso? —trató de adivinar Lara.

—No, claro que no. A ver, leíste mi relato, ¿cierto? Y te conté que básicamente era mi historia.

—Si, obviamente, ¿por qué?

—Bueno... la chica que deja a la otra, ya sabes, Sofía...

En ese momento me interrumpí sola, ya que escuché una voz familiar fuera de la enfermería consultando por mí, incluso Lara la escuchó y se dio vuelta hacia la puerta para escuchar mejor y descubrir de quién se trataba, aún así, al parecer no era importante, por lo que se volvió a girar hacia mí, atenta, dispuesta a escuchar, y cuando iba a volver a hablar, se abrió la puerta, por lo que solté todo rápidamente.

—Ella está aquí... —solté en un susurro, que mi profesora de artes escuchó perfectamente.

—¿¡Samanta!? ¿¡Estás bien!? —gritó fuertemente Sofía, demostrando exagerada preocupación.

—Si, está bien. ¿y usted es? —interrumpió seriamente Lara Faúndez.

¿Arte? Es amarte (LGBT) (LESBIANAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora