CAPÍTULO XIV: SAM, ¿QUÉ ONDA CON LA PROFE FAÚNDEZ?

7.2K 466 8
                                    


—Concha...de...tu...madre, dime que no. —sí, estaba sorprendido, muy sorprendido.

—¿Crees que bromearía con algo así, imbécil?

—No sé qué decir, ni siquiera sé que cara poner, es más, creo que me dará una parálisis facial y cerebral en este momento... —dijo Enrique tomando grandes bocanadas de aire— Ya, a ver... estoy feliz, porque se nota que se gustan, así que bien por ese lado, pero es una profesora, hueona, ¿qué vas a hacer?

—Bueno, así es como llegamos a la parte en la que me encontraste demasiado concentrada en mis pensamientos, no sé qué mierda hacer, o sea, cualquier hueá que haga puede salir mal, ¿entiendes?

—Por la cresta, hay un montón de minas que andan detrás de ti, pero tú tenías que elegir a la imposible, claro, como siempre, el corte fino tiene que ser para Echeverría, ¿cierto? —se burló Enrique­— No sé cómo lo harás, tampoco es como si tu pudiera aconsejar... pero ya sabes que podrás confiar en mí para lo que sea, aunque solo pueda escucharte. —me abrazó fuertemente.

—Gracias hueón, eres el mejor.

—Dime algo que no sepa, perra. Mejor aconséjame con algo sumamente importante...—pidió Enrique con un rastro de nervios— Quiero decirles a los chicos hoy, en la junta.

—Decir qué...

—Que soy gay, dah —rodó los ojos.

Pensar que Enrique probablemente era mil veces más valiente que yo me hacía sentir extraña, es decir, yo me había demorado una eternidad en ser transparente y contarles a mis amigos acerca de mi condición sexual, pero mi amigo lo quería decir de una vez por todas, tomar la iniciativa sin presiones. Decir que estaba orgullosa era algo bastante acertado, daría un gran paso de confianza, se libraría de un peso, porque sí, ocultar la homosexualidad o cualquier otra condición u orientación es una verdadera mierda, es como un veneno que actúa lentamente y te consume a más no poder, te esclaviza, te limita. Sin duda alguna debía darle todo mi apoyo, como el lo había hecho conmigo en su momento.

—Me parece perfecto, me harías sentir extrañamente orgullosa, si lo haces te besaré —advertí con una cálida sonrisa.

—Iugh... paso de ti, además tienes algo en los dientes en este mismo instante —señaló mi amigo.

—¿¡Me estás huebeando!? —comencé a buscar la suciedad con desesperación

—Eres demasiado estúpida —rió fuertemente— Estaba bromeando, tu sonrisa siempre está igual de perfecta y brillante todo el tiempo, tonta.

—Imbécil, recuérdame por qué soy tu amiga...

La jornada escolar terminó rápidamente, por lo que al salir del colegio me dirigí inmediatamente al auto, aunque, para fortuna mía alcancé a encontrarme con cierta preciosa mujer que imparte artes en mi colegio.

­—Sam, ¿ya te vas? —preguntó deteniéndose frente a mí.

—Si, no tengo nada más que hacer... —respondí francamente nerviosa, ¿cómo debería responder ante la mujer que había estado besando hace unas horas?

—Te llamaré más tarde, ¿sí? Quiero conversar contigo... de todo...—dijo disminuyendo el volumen para que nadie la escuchara.

—Esperaré su llamada, señorita Faúndez... Ahora, será mejor que te vayas a reunión... No me olvides.

¿Arte? Es amarte (LGBT) (LESBIANAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora